Entran en escena dos personajes excéntricos. Como no saben quién son, ni de donde vienen, ni de donde van, no tienen más remedio que conocerse, tanto unos como otros. El que descubren es que para encontrar su identidad deben saber que les pasa a las lenguas. Porque sin la lengua propia montón de salud no puedes lamber las delicias, que es la más rica que hay. Hay lenguas y lenguas.

Y no hay uno como lo otro. Ánimo: todos llevan con el suyo. No le lamberá con otra. Porque si tienes una lengua tienes que usarla. Y paga a pena lamber cualquier cosa. Y para hablar de cualquier cosa. Y en cualquier situación. Porque todas las lenguas pagan la pena. Para entendernos Comunicar Decir lo que todos quieren decir. Y lamer lo que todos quieren lamber. De lamer y disfrutar, de agradar.