Una mujer toma la palabra y se proclama dueña de su libertad. Declara, desafiante, no someterse a las reglas del arte en el ejercicio de su actividad creativa, ni obedecer los mandatos de sus pares. Declara su amor por la literatura, la poesía y el idioma de su país; su respeto y admiración por las mujeres esclavizadas de su pueblo; y expresa su solidaridad y dolor por las miserables condiciones de vida que deben soportar. Denuncia el saqueo del patrimonio forestal, la tragedia de la emigración a la que se ven obligados a sobrevivir cientos de miles de compatriotas, ellos y sus familias, el hambre y la miseria.