Los comerciantes llegan a lo que llaman hogar después de un día de trabajo. Se trata de Camilo y Tomás, dos titiriteros que recorren una y otra vez un mismo espectáculo por los pueblos del país. Llevan un enorme "tutilimundi" a la espalda. El dilema de abrirlo lo convierte en una caja de pandora latente.

Contar y dar vida a lo que contiene es la única forma de escapar de los totalitarismos que los oprimen. Una forma de sobrevivir en un reino militarizado sin rastros de lógica humanista. En un contexto al que no pertenecen, en un reino que no es de su mundo.

Abrelo. Las marionetas emergen de la farsa como alegorías incontrolables y grotescas de una realidad pasada. La comedia se abre paso como germen de cambio en un continuo juego entre el micro y el macro teatro. Hasta que todo termine. Se desborda.

Pero Camilo y Tomás volverán a representar su farsa, el tutilimundi volverá a abrir y la historia volverá a empezar.

En "Mi mundo no es de este Reino" la injusticia se tiñe de vivos colores queriendo confundir el sentido común, los oprimidos. ¿Y el resto? ¿Con los que te rodean? Se desvanecen en un fondo descolorido.

MI MUNDO NO ES DE ESTE REINO, es una adaptación de la "Farsa de Bululú" de Manuel María, una parodia de la dictadura franquista. La recuperación del título original de la obra sirve para proyectar este lamento silenciado en su día. Hoy, vuelve a encabezar el espectáculo para afrontar un pasado que insiste en repetirse.