Hacer lo máximo con lo mínimo, resaltar la diferencia, lo extraño, lo «exterior» a través de los referentes más banales y manidos: esa es la economía artística de Pierre Ardouvin.Su uso de materiales, motivos y objetos domésticos, manifiestamente subvertidos, está diseñado para desafiar las emociones sin engañar realmente las percepciones. El punto, precisamente, es revelar el potencial de lo aterrador y lo maravilloso contenido en estos cuerpos materiales comunes, su cúmulo natural de sueños y pesadillas, siendo éstos los dos rostros de su facultad para la locura y el escape, por prosaica y tangible que sea su realidad. Y siempre manteniendo un equilibrio ambiguo entre placer e incomodidad, intimidad y peligro, suspensión y caída.