Exposición donde se explora el territorio entre el infierno y el paraíso.

Solovki es cómo se conocen comúnmente en Rusia las islas del archipiélago de Solovetsky, en medio del Mar Blanco. En la zona más protegida de la isla principal, junto a un puerto natural, se encuentra el complejo ortodoxo del Monasterio Solovetsky, declarado Patrimonio de la Humanidad. Pero Solovki, además, era una prisión soviética. Hoy, todos, vecinos, monjes y autoridades, intentan enterrar este trágico pasado. Sin embargo, los lugares tienen memoria y esa memoria está impresa en la vida de las personas que los habitan.

Juan Manuel Castro Prieto y Rafael Trapiello quisieron explorar visualmente ese territorio para buscar la relación entre el infierno y el paraíso que lo define. Utilizando una estrategia narrativa más cercana a la poesía que al documental, en todas sus imágenes está presente la extraña tensión que existe entre la espiritualidad y belleza del entorno y el terrible pasado que las islas cargan en sus costas.

La exposición se divide en cuatro grandes bloques temáticos. En primer lugar, se exhiben el monasterio y los monjes, que representan el hermetismo y el poder. En segundo lugar, se muestran una serie de retratos de personas comunes que viven en Solovki. Ninguno conocía las islas cuando fueron el escenario de la prisión soviética. En tercer lugar, se ocupa de la vida cotidiana en él, de los niños y sus juegos, del colegio, de las casas y de las calles del pueblo, estampados a la vez consuetudinarios y exóticos. Y finalmente, se expone un acercamiento a las huellas emocionales que ha dejado el gulag en el territorio. La muestra se completa con una selección de copias del archivo gráfico de Yuri Brodsky, historiador considerado el mayor experto en Solovki en la era del gulag, y un video con material fílmico obtenido de la película Solovki de 1928 (Alica Ventura, comisaria).