Valentina sueña con ser trapecista y cree que por estar Down no podrá hacerlo, pero su abuela, compañera de juegos, aprendiz y compositora, le asegura que si las orugas logran convertirse en mariposas, nada es imposible. Y que nunca debemos perder la ilusión o las ganas de aprender, las mismas que ella pone, incluso a su edad, en su afán por convertirse en directora.