Habla de las segundas oportunidades y del derecho a ser feliz aún en las peores circunstancias y muestra el tortuoso camino que lleva a una prostituta, Rosa, hacia una supuesta felicidad. Es el primer largometraje de una directora argentina, Marina Seresesky, afincada en España que fue finalista con 'La boda' al Goya al mejor corto. Buena parte de la consistencia que alcanza en algunos momentos es fruto de la magnífica interpretación, especialmente de dos mujeres que llenan la pantalla, Carmen Machi y la veterana Terele Pávez.

Es una historia, escrita por la propia realizadora, que se mueve entre la comedia y el drama, en un escenario tragicómico que tiene su decorado en las corralas madrileñas y que no siempre logra reflejar un panorama dramático coherente. En un decorado que pretende que los personajes sean auténticos, Carmen Machi y Terele Pávez, que incorporan a Antonia y Rosa, hija y madre respectivamente, superan las limitaciones del guión y dan sobradas muestra de su profesionalidad. El personaje de Antonia estaba pensado para Amparó Baró, pero su muerte inesperada obligó a encontrarle una magnífica sustituta.

Aun así, la cintamestá dedicada a la actriz fallecida. En segundo plano, pero también conformando un buen trabajo, aparece un Asier Etxeandía que asume el cometido del travesti. La degradación de este universo sórdido, no ya por lo oscuro y siniestro del mismo sino por las terribles relaciones personales, es fruto del odio que se profesan Rosa y Antonia, que hace de la convivencia algo parecido a un infierno.

También al hecho de que Rosa siente que su vida de puta ha sido frustrante y que en su mundo no ha tenido cabida ni el amor ni la comprensión. Y lo peor es que Antonia no se soporta ni ella misma, tiene problemas derivados de su enfermedad senil y hasta se cree que es Sara Montiel. Nunca ha evidenciado el más mínimo cariño familiar. Un cuadro desolador que adquiere nuevos e importantes matices cuando una niña rusa vecina asiste a una tragedia que va a marcar el futuro de todas ellas, despertando lo mejor que había en su interior.