El mundo de la cocina ha sufrido toda una revolución en los últimos tiempos. A los sabores y técnicas más tradicionales se van sumando los nuevos, el progreso, dando así más posibilidades a la hora de realizar recetas y platos.

Desde las esferificaciones, pasando por el hidrógeno líquido, las espumas o las deconstrucciones, una de las técnicas que ha llegado para quedarse es la cocción a baja temperatura.

Y es que el mundo culinario siempre está a la vanguardia. Programas de televisión y una nueva generación de ilustres chefs han llevado la cocina a todas las casas y son muchos los que no han dudado en lanzarse a los fogones. +

Pero, ¿qué es la cocina a baja temperatura?

La cocina a baja temperatura es una forma estupenda de sacar el mejor sabor, textura y propiedades nutricionales de tus platos, que siempre se harán a menos de 100ºC.

Por ejemplo, a la hora de preparar un chuletón de ternera (esta técnica funciona genial con las carnes) tendremos como objetivo que la temperatura interior del producto esté a 54 grados pero que, a su vez, la carne quede jugosa y poco hecha. Lo único que tenemos que hacer entonces es cocinarlo a esos 54 grados durante un tiempo suficiente para que todo el chuletón quede a esa temperatura.

Es decir, lo que se consigue con la baja temperatura es que todo el producto quede a la misma temperatura perfecta a la que lo queremos, sin partes más hechas que otras. Además, tener controlada esa temperatura al milímetro hace que sea casi imposible que los alimentos se nos pasen.

La baja temperatura es una forma de cocinar que busca hacerlo a la temperatura final del producto y no por encima. La única desventaja: el tiempo. Para llegar a este resultado podemos pasar de los 5 o 10 minutos de un chuletón a la plancha, a la hora para que quede perfecto con esta técnica.

Ventajas de cocinar a baja temperatura

  • La comida queda en su punto exacto y no se pasa.
  • Siempre se usan la misma temperatura y tiempo para cada alimento.
  • Se puede cocinar en cualquier momento, por ejemplo por la mañana, y después darle un toque final para calentarlo.
  • La textura y el sabor mejora.
  • Al cocinar en el propio jugo del alimento se conservan las propiedades nutricionales.