Hay que reconocer que el título está muy bien puesto: lo que sale en Visto y oído nos provoca inmediatamente la impresión de que ya lo hemos visto y oído antes en otros programas del ramo, incluso en la misma cadena Cuatro que emite Visto y oído. Mosquitos en Isla Mayor, con lugareños contando la de ronchones que les salen a los niños; un momento, ¿eso o cien cosas muy parecidas a eso no las hemos visto y oído ya en España Directo?

Guti y Gari hablan con toda normalidad de su relación lésbica y nos cuentan lo bien que se lo pasaron en el Día del Orgullo Gay; un momento, ¿eso o doscientas cosas muy parecidas a eso no las hemos visto y oído ya en Está pasando? Los chicos de Fama ofrecen un extraordinario show en Madrid; los chicos de Fama nos enseñan los detalles del backstage; Vicky nos muestra su academia de baile; un momento, ¿eso o doscientas mil cosas muy parecidas a eso no las hemos visto y oído en otros programas de Cuatro, en espacios que se emiten media hora antes de Visto y oído? Es más, ¿no hemos visto y oído ya en Visto y oído las cosas que se emiten en Visto y oído?

Toda religión tiene su dogmática, y la religión televisiva cree a pies juntillas que las cadenas deben tener un magacín de media tarde que se ocupe de reunir unas imágenes curiosas tomadas de YouTube, una entrevista con una anciana de Vegaladillas que lleva veinte años fabricando cepillos de dientes con pelo inguinal y una entrevista con Raphael en la que hace balance de su carrera. Cuatro se cargó Channel por agotamiento de la fórmula, y aunque Raquel Sánchez Silva y Joaquín Prat le dan como ochocientas vueltas a Izaguirre y Siñeriz, el título de Visto y oído, que se supone que tomaba como referentes a los realizadores del programa, termina aludiendo a los espectadores. Claro que en esta época televisiva, en la que incluso lo que no ha sido visto y oído es visto y oído como si ya hubiera sido visto y oído, ¿qué otra cosa cabe hacer que no sea Visto y oído, sobre todo cuando no hay ninguna gana de hacer otra cosa?