Aver cómo lo hago. Que no es fácil. Es que otras veces la dificultad está en hablarles de un programa que no vieron y que estuvo bien o mal. Y tengo que contárselo. Así que les digo que estuvo bien por esto o mal por aquello. Y ustedes se hacen una idea y, si les parece, pues otro día lo ven. O no: o deciden no verlo y se quedan tan ricamente. También hay veces que ustedes vieron el programa y leen esto por ver si están de acuerdo o por pasar el rato o porque sí. Pero es que, ay, esta vez es diferente. Y es peor.

Esta vez la dificultad está en hablarles de un programa que ni conocen, ni vieron, ni, que me aspen, creerán que existe. Y yo, ¡ay mísero de mí!, les juraré que sí, que existe como decía Platón que existe el Mundo de las Ideas o decía san Anselmo de Canterbury que existe Dios. Pero ustedes dirán que no, que un programa así no puede existir, que a Platón se le iba mucho la pinza y que la demostración de la existencia de Dios de san Anselmo ya no cuela. Así que a ver con qué cara me pongo yo ahora a despotricar contra El carrerón de los famosos si nadie va creer que existe un programa así. Si es que hasta cuando escribo la palabra "carrerón" va el corrector ortográfico del ordenador y me la cambia por "carretón".

Pues les juro que el domingo, de las ocho a las nueve de la tarde, Telecinco emitió una cosa llamada El carrerón de los famosos en el que alguno de los habituales frikis contertulios de Sálvame (con algún friki más como Yola Berrocal) fueron a correr por un sitio divertidísimo porque había barro y entonces se manchaban y así te podías divertir porque salían sucios y te podías reír y aplaudir y pasártelo bomba durante una hora entera viéndolos ir de aquí para allá salpicándose de barro y todo eso tan simpático. No me miren con esa cara que no me lo estoy inventando. Que sí, que lo emitieron. Que fue anteayer. En Telecinco. Se lo juro.