La revuelta de los cineastas cubanos por la censura del documental sobre el músico Fito Páez, La Habana de Fito, no cesa ni con la caída de un alto funcionario ni con las promesas de solución a sus problemas: los artistas piden libertad de creación. “El cine cubano será libre o no será”, dijo este martes entre la ovación de sus colegas Luis Alberto García, uno de los más reconocidos actores de Cuba, al recibir un premio honorífico en el Festival Internacional de Cine de Gibara, que se celebra esta semana en el este de la isla.

García dedicó este reconocimiento a la Asamblea de Cineastas Cubanos, integrada por unos 400 trabajadores del celuloide que levantaron el polvo para reclamar por la cancelación del documental de Juan Pin Vilar, que repasa la estrecha relación del roquero argentino con Cuba desde la década de 1980.

“Es la gota que rebasó el vaso de una cantidad de problemas y de censuras históricas dentro de la cultura de la revolución cubana”, dice Pin Vilar, de 60 años.

La movilización muestra que las instituciones culturales “no responden a los intereses de los creadores, sino de esa burocracia” dirigida por funcionarios “elegidos por su servilismo al gobierno”, añade el director.

Todo empezó cuando las autoridades culturales suspendieron en abril la exhibición de tres documentales en un pequeño espacio independiente de esta capital, entre los que estaba la cinta sobre Fito Páez.