El éxito de Selma (2014) confirmó a DuVernay como una de las voces afroamericanas actuales más importantes del cine estadounidense y a través de títulos como el documental Enmienda XIII (2016) y la miniserie Así nos ven (2019) ha seguido hablando del racismo sistémico de EEUU. Entre todos los de su filmografía, su nuevo trabajo es el que se aproxima al asunto con actitud más ambiciosa; tan ambiciosa, de hecho, que el material promocional de la película la define como una investigación sobre “la génesis de la injusticia” y “la verdad oculta”. Y su principal problema es precisamente la enorme distancia existente entre aquello que alardea de pretender y lo que ofrece.

Presentada ayer a concurso, Origin —la primera película de una directora afroamericana que compite en el festival en sus ochenta años de historia— es mitad una adaptación a la pantalla del ensayo Casta: el origen que nos divide, de la periodista Isabel Wilkerson, y mitad dramatización de algunos episodios de la vida de la autora.

La base teórica del aclamado volumen es, en resumen, que lo que solemos considerar racismo a menudo no es producto del odio a una raza determinada sino el resultado inevitable de un sistema de explotación institucionalizado que legitima la superioridad de una parte de la sociedad respecto a otra. Se trata de una idea interesante pero que no es ni especialmente nueva ni mucho menos una verdad oculta.

La película, sin embargo, se empeña en retratar a su versión de Wilkerson como una visionaria mientras enuncia el argumento una y otra vez, repitiéndolo ad nauseam pero no ahondando en él, y esforzándose en exponerlo de la forma más simple y didáctica posible lo suficiente como para invitar a la inteligencia del espectador a sentirse insultada.