A Coruña se ha convertido en las últimas semanas en referencia mundial por el espectacular éxito de su empresa más puntera, Inditex, en la exigente y compleja liga económica internacional. La multinacional textil coruñesa se ha encaramado en el primer puesto de la Bolsa española, por encima de gigantes como Telefónica, el Santander o el BBVA. Su cotización se disparó un 12% tras anunciar un 30% más de beneficios en el primer trimestre. El jueves, cuando se conoció la noticia, Inditex ocupó titulares estelares en los grandes diarios económicos de todo el mundo y en canales por satélite tan influyentes en los mercados como CNN, Bloomberg, BBC, CNBC o Fox Business.

Cuando parecía que había batido ya todos los récords, la multinacional de Sabón dejó sin adjetivos a los analistas al presentar, en plena hecatombe de la economía española, el mayor crecimiento de ventas registrado en los últimos cinco años. La capacidad de asombro de los gurús de la economía mundial ante el milagro de la compañía de Amancio Ortega parece no tener límite y queda perfectamente reflejada en este titular: "Inditex no tiene ya más rival que ella misma".

Su beneficio neto en los tres primeros meses del año ascendió a 432 millones de euros y su valor bursátil alcanza ya la astronómica cantidad de 46.999 millones. Si se echa una mirada atrás, la progresión de la firma coruñesa presidida por Pablo Isla da vértigo. Ese beneficio de 432 millones duplica con creces el de 2009, cuando en España algunos todavía negaban la crisis. La empresa ganaba entonces solo 184 millones.

Inditex es la única luz en el túnel de la crisis española, sentenciaba el Financial Times un día antes de que Bloomberg revelase que el discreto empresario coruñés se había convertido ya en el hombre más rico de Europa, tras desbancar en su imparable ascenso al sueco Ingvar Kamprad, fundador de la cadena Ikea. El propietario de Inditex, que acumula un patrimonio de 31.409 millones de euros, escaló también estos días del quinto al cuarto puesto en el ranking de las fortunas mundiales. Solo el mexicano Carlos Slim y los estadounidenses Bill Gates y Warren Buffet le superan.

Curiosamente, es en su propia ciudad donde hay quien ningunea este entusiasta reconocimiento mediático a la multinacional coruñesa y a su propietario. Y eso que es A Coruña entera, y muy especialmente su potencial industrial, la gran beneficiada, como resalta toda la prensa internacional. Y buena prueba de ello es que la empresa ampliará hasta casi doblar sus actuales instalaciones de 90.000 metros cuadrados en Sabón, con una inversión de 100 millones de euros y la creación de 400 nuevos puestos de trabajo, que se sumarán a los 3.000 que ya sostiene en la provincia.

Este asombroso florecimiento, que pone aún más en evidencia el desolado yermo de la economía española, viene a dar por buena la declaración de principios proclamada por Pablo Isla, el directivo que ha llevado a Inditex a la pole position mundial tras el relevo en la cúpula de la compañía en 2006, durante la reciente inauguración del flamante Zara de Nueva York: "La crisis no puede ser una excusa para no crecer".

"Allá donde haya paredes, deberían escribirse verdades tan evidentes que hasta un ciego podría ver", dejó escrito el gran filósofo Nietzsche. La parábola del imparable éxito de la empresa fundada por Amancio Ortega, un imperio surgido de la nada que es ya materia de análisis obligado en los más influyentes cenáculos de negocios del mundo, es una de esas verdades, que conlleva una inevitable moraleja. Con la inmutable filosofía de máxima competitividad a base del máximo esfuerzo y la humilde laboriosidad de hormiga que presiden el proyecto empresarial de Amancio Ortega desde sus inicios como modesto taller textil en A Coruña de los años 60, Inditex se ha convertido en la gran paradoja de una economía española al borde del abismo.

Su sólido y constante crecimiento a pesar de la crisis, que le ha llevado a crear 110.000 empleos en todo el mundo, es sin duda el modelo a seguir frente al derrumbe de la engreída generación del dinero fácil y la especulación. La fórmula del éxito de la multinacional coruñesa, el espejo en el que debe mirarse la economía gallega, no tiene más secreto que la vigencia de unos valores que se habían perdido y deben presidir el comportamiento de todo emprendedor: gestionar empresas con eficiencia para generar riqueza que redunde en beneficio de toda la sociedad.