No parecen nada malos para España los resultados de la reciente cumbre europea sobre los presupuestos plurianuales de la UE. A modo de resumen, hasta 2020 seguiremos siendo receptores de ayudas cuando ya nos tocaba pasar a ser contribuyentes netos. Lo lógico sería celebrar la noticia pero preferimos seguir en la escandalera y en la autodestrucción. También es una buena noticia que la Abogacía del Estado avale la impugnación ante el TC de la Declaración soberanista del Parlamento catalán y la de que las autonomías se han puesto en serio a reducir sus déficits y algunas parece que ya lo han conseguido, y lo mismo podrá decirse del Estado en unos días. Asimismo hay que saludar la marcha del asunto Urdangarín, el de Fabra, el que implica a Oriol Pujol, el de la Gürtel y, en fin, el de Bárcenas. Quiero decir que, en medio del griterío ensordecedor e interesado con epicentro siempre en Madrid, un griterío de escasa utilidad que provoca alguna que otra injusticia y mucha desolación entre la gente, los mecanismos civilizados del Estado de Derecho van haciendo su trabajo según sus pasos y a su ritmo. En contraste, digo, la tremenda escandalera, la impaciencia estéril, las generalizaciones injustas y el triunfo de un análisis angelical de la política tanto más absurdo e inútil cuanto menor es el número de ángeles entre nosotros. Acabamos de llegar a la democracia pero enjuiciamos los comportamientos públicos como si fuéramos sus fundadores y encima ignoramos que tampoco los fundadores, ingleses, americanos o franceses fueron ni son ángeles o que su democracia se ha ido construyendo en compañía de la corrupción y el crimen. Dejémonos de historias y de autoflagelarnos por todo, la democracia no excluye a los sinvergüenzas de todos los colores y con ellos funciona. Como resulta imposible es exigiendo linchamientos desde el parapeto de una prensa sedicentemente pura, metiendo prisas a los jueces o incluyéndolos en el grupo de los corruptos como si esa lógica diabólica de la corrupción universal condujera a alguna solución recomendable o pidiendo la dimisión de un gobierno que hace poco más de un año venció limpiamente con mayoría absoluta.

Mientras el presidente Rajoy nos representaba en la negociación más dura e importante de la UE, en casa hemos asistido a un ejercicio de cainismo e irresponsabilidad contra él, su gobierno y su partido verdaderamente lamentable desde algunos medios, desde la oposición al completo y, ¡faltaría más! hasta desde sus propias filas. Desde ellas provienen las mayores amenazas a la continuidad de Rajoy en la presidencia. Rajoy, sus equipos y sus políticas están en el punto de mira de los halcones del PP que lo son también del mundo empresarial, financiero y mediático. Dénse una vuelta por las tertulias más extremas de la derecha y comprobarán los ataques a Rajoy, los halagos a la lideresa regeneradora, ¡lo que hay que oír! y las peticiones de socorro a Aznar. Si las buenas noticias llegan verán arreciar los ataques desde esas posiciones mientras la oposición sigue con ocurrencias inútiles. A Rubalcaba le acaba Garzón de tomar la delantera y, cuidado, que tiene en los medios mucho más gancho que él.

* Es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de A Coruña