No sé ciertamente dónde leí una frase que se ha quedado en mi cabeza y mi corazón: "Los abuelos nunca mueren; solo se hacen invisibles".

Me gustaría que mis nietos pudieran creerlo; pero va a ser que no. Porque los abuelos, como los barcos, se mueren. Unos en la cama de un hospital, otros en la suya propia, alguno sentado en un sofá y los demás, en accidentes de tráfico. Pero se mueren. Y los barcos, lo mismo: se hunden y desaparecen, se hunden y los recuperan para chatarra. Los hunde la Comisión Europea y se van a otros países, exportados. Los hunde España y, en el caso de los gallegos, Galicia, y van para el desguace que da pena verlos, el esqueleto al aire. O simplemente se quedan abarloados a la espera de que un mal momento -de esos que cualquiera tiene- los hunda a pie de muelle y a ver qué pasa.

La gran diferencia entre los abuelos y los barcos radica en que los primeros se mueren a edades más o menos longevas, y los barcos, que pueden hundirse en cualquier momento, se van al desguace o a la exportación, o simplemente al amarre indefinido cuando no tienen mucho más de diez años.

El caso es que unos y otros, se mueren. No se hacen invisibles. Menos, todavía, en el caso de los barcos, porque los vemos ahí, en los muelles, en los puertos, como a la espera de una amnistía que no llega, en el corredor de la muerte. Este está condenado, aquel espera ser vendido, aquel otro ya está perdido por el óxido acumulado, el de más allá lo ha comprado un francés... y así te van señalando cada uno de los que esperan en la lista del paro de, por ejemplo, la dársena coruñesa de Oza, donde se concentran como un día se hizo en el agro con la parcelaria.

Para estos no hay prohibición de descartes, ni aplicación del rendimiento máximo sostenible, ni siquiera planes plurianuales. Lo suyo es el finiquito. Te vas, y te vas. A este paso van a sobrar puertos, muelles, y ni siquiera las gaviotas tendrán mástiles desde los que poner las cubiertas como pistas de aterrizaje.

Pero no pasa nada. La vida sigue. Los abuelos se vuelven invisibles. Los barcos, no.