Durante su intervención en el debate sobre el estado de la autonomía, Méndez Romeu ironizó sobre el léxico de Feijóo por hablar de un Centro de Recuperación de Mujeres maltratadas. Debe ser un lapsus, dijo el socialista, no son una especie a recuperar, son personas a proteger. Feijóo, así le ponían las carambolas a Fernando VII, respondió con el artículo 49 de la ley 11/2007, gobierno bipartito con Méndez Romeu de conselleiro de Presidencia, que prevé el Centro de Recuperación de Mujeres que sufren violencia de género. El anecdótico olvido explica bien la sorpresa ante la incoherencia y la deriva radical de los socialistas y la preocupación por la falta de una alternativa sólida a la mayoría popular. Más allá de la crítica al PP por su afición a la técnica dialéctica del "y tú más", ésta contiene una verdad de la que el PSOE no puede escapar, que sabe lo que es gobernar, cuya consecuencia fundamental debería ser la de proceder a una desradicalización sincera de sus actuales posiciones políticas. El PP recuerda a menudo al PSOE que congeló pensiones y recortó salarios a funcionarios y servicios públicos; que con él subió el paro; que constitucionalizó la prioridad absoluta del pago de la deuda y la limitación del déficit a lo que decida Bruselas; que bajó los impuestos porque era de izquierdas; que creó y alentó las Sicav; que contra el fraude fiscal no fue muy eficiente; que contribuyó al descontrol del gasto en autonomías, que suya fue la criticada financiación autonómica de 2009, vigente hasta 2014, pactada con la Cataluña de Maragall y la Andalucía de Chaves/Griñán, suya la errática política autonómica en Cataluña y suyas las insensatas alianzas con los nacionalistas varios; que lo juzgan a cuenta de comportamientos poco dignos y tantas otras decisiones de alta política. El PP abusa del "y tú más" con afán de silenciar a los socialistas, pero bajo esa primera y lógica aunque alicorta intención hay otra principal, la de recordarle al PSOE que también y durante muchos años, catorce de González y ocho de Zapatero, gobernó un Estado con economía de mercado, de mediana potencia económica, de recursos escasos, y con un paisanaje gastador, bronco y nada sutil. El PP, hoy Rajoy, o Feijóo, está gobernando como cualquier partido conservador europeo, y socialdemócrata también véase la coalición alemana. El PP, que tiene su particular y destructivo Tea Party, una oposición de izquierdas encabritada y a parte de la calle también, necesita, pese a su mayoría absoluta, el acuerdo o el apoyo, según los casos, del partido socialista por tres razones entrelazadas. Porque comparten muchos planteamientos, porque sólo ellos dos vertebran el Estado y la nación, y porque sólo ellos dos saben lo difícil que es gobernar un país mal acostumbrado en medio de una crisis mundial de crecimiento del capitalismo y con el eurogrifo cerrado. Como en la anécdota del comienzo, al PSOE se le han olvidado demasiadas cosas demasiado pronto, entre ellas una crucial para un partido político: cómo recuperar a los muchos electores perdidos.

Méndez Romeu no puede olvidar su experiencia de altas responsabilidades de gobierno en España y en Galicia. Por eso, además de mejorar las formas parlamentarias, es de esperar que ayude a su partido a encontrar el espacio que le es propio.