El 25% de la masa forestal de Galicia fue arrasada por el fuego en lo que llevamos de siglo XXI. En este año 2017 se han quemado más hectáreas de monte que en los dos años anteriores, además de cuatro muertos. ¿Qué hacen los responsables políticos para acabar con esta plaga?

Año tras año, gobierno tras gobierno, la política forestal en nuestra comunidad es la misma: gastos millonarios en apagar incendios, contratación de personal "brigadista" para ir al monte cuando este ya está, en la mayoría de las ocasiones, rodeado de fuego, sin posibilidad de su extinción inmediata; contratación de hidroaviones o helicópteros para incidir en apagar el fuego, carreteando el líquido elemento desde algún lugar de la zona cercana lo más posible al foco del incendio y, al final del incendio, tratar de averiguar las causas del mismo y que en la mayoría de las ocasiones se pretende convencer a la población de que se trata de unos "elementos" pirómanos y sin escrúpulos que disfrutan prendiendo fuego al monte. Seguro que alguno de estos personajillos existe, pero la mayor parte de los incendios son como consecuencia de la falta de vigilancia y control por parte de aquellas personas que queman rastrojos en su finca, o hacen un fuego por cualquier otra circunstancia, sin que exista intención alguna de provocar una catástrofe como la ocurrida días pasados. Por supuesto que para esos que provocan el fuego con la intención de causar un daño, que caiga sobre ellos todo el peso de la Ley.

Si cualquiera de nosotros pasea por el medio rural y observa como se encuentran los montes, año tras año, podrá observar, que la maleza que los invade cada año es mayor, por mucho que nos digan los responsables políticos que invierten en prevenir incendios en nuestra masa forestal que, aunque tiene propietario, entiendo que ha de ser considerada como un patrimonio de todos por todos los efectos favorables que produce para toda la población. En esta línea argumental, permítanme que exprese mi modesta opinión en el sentido de llevar a cabo una buena labor de prevención y que, al mismo tiempo, crearía unos cuantos cientos de puestos de trabajo permanente en Galicia:

¿Por qué no se permite deducir en el impuesto de la renta de las personas físicas (IRPF) los gastos derivados de las distintas limpiezas de los montes que uno realiza en los montes de su propiedad?

¿Por qué esa deducción en el IRPF no se puede llevar a cabo en el ejercicio fiscal que corresponda con la venta de la madera de aquel monte que previamente se produjo la limpieza y desbroce del mismo?

¿Por qué no se darán cuenta de que si se pudiera deducir, los propietarios tendrían permanentemente limpia su masa forestal?

¿Por qué, esos mismos políticos, que no muestran el más mínimo interés en hacer labores de prevención en los montes, no se dan cuenta de que una buena parte de lo que se cobra cuando se vende la madera, ha tenido previamente un coste, que lo lógico y sensato, será que se deduzca?

¿Por qué no se crean en los distintos ayuntamientos, que así lo deseen, una cuadrilla de personas dedicadas a la limpieza de los montes en esa demarcación territorial y a la vigilancia y denuncia de aquellos montes que no estuviesen limpios, con contratos indefinidos y a jornada completa, y con un precio previamente establecido por hectárea?

Establecida la legalidad de todo lo anterior, la Administración tendría todos los argumentos y razones para poder sancionar a aquel que no cumpliese con los requerimientos por falta de limpieza del monte y, si al final tuviese que limpiarlo la propia Administración, ello sería con cargo al propietario.

¿Por qué los políticos no se dan cuenta de que el mantenimiento de esos cientos de puestos de trabajo tendría actividad durante todo el año y que, con toda seguridad, su coste sería totalmente satisfecho por las contrataciones que de ese servicio de limpieza llevasen a cabo los propietarios de los montes que no se quisiesen molestarse en llevar a cabo ellos mismos esa tarea, o no tuviesen o no conociesen a quien se la pudiese realizar?

¡Qué pena! la vida y la propia naturaleza nos ha dado un gran país, pero no nos dio los políticos capaces de desarrollarlo.

El verdadero origen del problema de la quema de nuestro patrimonio forestal no está en los pirómanos o terroristas incendiarios, como dicen algunos, si no en hacer una labor de prevención con el menor coste posible para la propia Administración como acabo de exponer.