En su primera entrevista en TVE vuelve Sánchez a justificar la moción de censura en la urgente necesidad de recuperar la normalidad institucional que consiste, dice, en gobernar con el Congreso y de la mano de las comunidades autónomas y los ayuntamientos, en sacar adelante las leyes vetadas por el anterior gobierno y en agotar la legislatura. Podría haber dicho cualquier otra cosa y daría lo mismo porque el caso es que el único objetivo perseguido y logrado con la censura ha sido llegar a la Moncloa y agotar la legislatura, la única verdad de cuanto ha declarado. No lo sabe Sánchez ni lo sabemos los ciudadanos, en qué consiste gobernar con el Congreso apoyado en 84 escaños, pero sí sabemos que por Decreto Ley va a impulsar el nombramiento de la dirección de CRTVE dejando en nada el procedimiento en el que trabajaba el Congreso desde hace un año. Ni se sabe cómo gobernar con el Congreso para recuperar leyes, orgánicas algunas, con el Senado a la contra. Tampoco se sabe, ni Sánchez ni nosotros, cómo se va de la mano de las CA aunque ya sabemos que se retrasa la reforma de la financiación autonómica y que nada se dice de los ayuntamientos. Suma y sigue, a la renuncia a la reforma laboral y a la constitucional se añade el "por ahora no" a la supresión del copago y a la exhumación de los restos de Franco. Hace falta diálogo dicen las ministras de Sanidad y Defensa mientras Duque, Ciencia, Innovación y Universidades, reconoce que tiene que aprender. Lo dicho, Sánchez habla de normalidad institucional como pudo decir que la moción de censura se presentó para asegurar la felicidad de la Nación.

Con sólo 137 escaños y la oposición metiéndole palos en las ruedas, con un Congreso fragmentado y con el independentismo soliviantado Rajoy mantuvo la normalidad institucional siempre. Así se aplicó el 155 y así quedan las cuentas. Atentos a Nadia Calviño en entrevista en El País: "España tiene un crecimiento sólido y las perspectivas son relativamente positivas. Se está creando empleo y tenemos una serie de elementos que permiten que sobre ellos vayamos construyendo el nuevo proyecto político y económico que quiere llevar a cabo este Gobierno. Afortunadamente, podemos construir sobre lo ya conseguido". Es decir que Rajoy deja el gobierno del Estado y al Estado mismo en plena normalidad institucional, en crecimiento económico y con el independentismo conmocionado, a punto de procesamiento o fugados sus dirigentes, ¿qué sandez es esa de que jugaban al póker de farol? y con Torra haciendo el ridículo ante el Rey, sus paisanos y la opinión pública mediterránea que asiste ilusionada a la inauguración por el Rey de España de sus juegos deportivos. Rajoy ha gobernado el país con normalidad institucional dejándolo mejor de lo que lo recibió en 2011 y en junio de 2016, y además se ha ido mejorando la normalidad de anteriores despedidas presidenciales. Renuncia a cargos y a enredar en el partido que, sin tutelas ni dedazos, pone en marcha un procedimiento de elecciones mixto, primarias y compromisarios, tan respetable como cualquier otro, tan respetable como la cooptación. Lo que importa ahora es que quien suceda a Rajoy tenga el apoyo de todo el partido y sea consciente de que lo que nos interesa a la gran mayoría es recuperar, porque esa sí que se ha perdido por la crisis y los arrebatos de simplonería que a veces atrapan a las gentes, la normalidad política que consiste en reconstruir el centro derecha, con más o menos siglas pero apaciguadas sus relaciones, como una de las dos patas sobre las que más sosegada y eficazmente funciona el sistema democrático.