Con tantos vaivenes políticos se ponen en duda las convicciones profesionales de nuestros gobernantes, porque al discurso le falta la grandeza de la verdad. El Día de Galicia nos mostró de nuevo que el disgregado regionalismo no aflora como praxis vivificadora; carece de liderazgo y, en sus formaciones BNG, EU o en los podemitas solo interesa lo nativo y se ha perdido el sentido de la medida y del paisaje. Ante tanta trivialidad, rutina, y sin ninguna frase ingeniosa que brote de las esferas municipales, lo verosímil para los coruñeses es que no advertimos "conciencia de ciudad". Falta método, imaginación, iniciativa, que no han podido reemplazarse con parlerías a la búsqueda del efecto deslumbramiento. En el ámbito nacional, cumplido "el sueño del pibe", volvemos a una especie de Plan E o a los "brotes verdes" de la etapa de Zapatero, o sea caño libre al gasto. Los sindicatos han aflojado, regresamos a la "educación para la ciudadanía" y a los pellizcos de monja clericales, alentados por quienes no se preocupan de salvar el subjuntivo por el incesante asalto a las sucesivas Leyes de Educación. De la "pedrea" pasamos al "pedrisco", con la permisión expansiva del gasto público, a cargo de las rentas de trabajo. Hay que gobernar con sentido de Estado no al viento del populismo. El sentido de Estado es el blasón que dignifica a los gobernantes? ¡Estamos salvados! El Partido Popular ya tiene presidente: Pablo Casado, de 37 años, joven viejo de la castellanía antigua. En este juego, la figura de Núñez Feijóo pasó de ser el "deseado" al "referente" y ahora luce como "reserva del PP". El titular de la Xunta, en esta efervescencia electoral partidaria, se mostró "equidistante, refractario a cualquier inclinación" y a conservar su aura carismática en la incógnita. ¿Ha pasado su oportunidad? Conviene recordar a Borges: "Cualquier destino consta de un solo momento, el momento en que el hombre sabe para siempre quién es". A Pablo Casado, suerte. Confía en la providencia, que suele estar del lado de quienes la invocan, aunque no es aconsejable formular apuestas

Otrosidigo

Vivimos en una etapa informativa de baja intensidad, de apariencias, comidillas, de "tertulianitis", nada serio, que nos presenta una "izquierda" consecuente, dialogante, solidaria, pantalla en la que los protagonistas no dan una a derechas.