Todo dios, querida Laila, da por muerto o finiquitado el bipartidismo, pero creo que, en realidad, estamos saliendo de un modelo con dos partidos cardinales, girando en el centro y que se alternan en el poder, acompañados de algunos satélites ideológicos y pequeños planetas periféricos, que eso era el bipartidismo, y ahora entramos en otro sistema, no de dos partidos, sino de dos bloques, también llamados a alternarse y asimismo con satélites similares. Es decir, caminamos a lo que podría llamarse bifrontismo. Si esto es así, cabría decir que lo que cambian son los collares, pero los perros siguen siendo los mismos. Manida metáfora que elijo no por ofender, sino para expresar la fidelidad perruna de ambos modelos al poder fáctico global, que siempre hizo y sigue haciendo de nuestras capas su lujoso sayo.

Este proceso no es de ahora. Ahora se aproxima a su culminación. Podemos convenir en que todo comenzó el 15-M de 2011, cuando en las calles de España se oyó el grito del "no nos representan", dirigido a la llamada casta bipartidista. El sistema reaccionó conminando a los activistas a que, si eso pensaban, se metieran en política para cambiar las cosas desde la llamada legalidad democrática. Y eso hicieron los conminados para alarma y preocupación de los conminantes. Así nació Podemos, que tanto alarmó a los dueños de los perros, que estos clamaron por un "Podemos de derechas", que efectivamente se logró con el traslado, de Cataluña a España, de Albert Rivera al frente de Ciudadanos, presentándose como el azote del bipartidismo, el adalid del centro, el Eliot Ness de la corrupción y el regenerador de la política. Pasadas estas novedades por las urnas, los dos polos del bipartidismo menguaron y los dos nuevos agentes de la política medraron. Tanto que hasta los corifeos mediáticos del sistema entonan el réquiem por el bipartidismo.

Hoy compiten cuatro partidos centrales con sus respectivos satélites ideológicos y sus planetas periféricos pero, a medida que las nuevas formaciones, no sabemos, si maduran o se pudren, tienden a configurarse dos bloques. Este proceso se acentúa cuando C's abandona su sedicente socialdemocracia primero, seguidamente el mismísimo centro político y, por último, su pulsión regeneradora y anticorrupción para zambullirse en el espacio de la derecha pura y dura y competir por la hegemonía en este purulento espacio. Todo ello fragmenta a los conservadores y hace que cobre fuerza la extrema derecha que se separa del PP, donde siempre estuvo agazapada guardando tan eficazmente la herencia franquista. Se rompe la derecha en tres, pero empieza a conformase ya un bloque de las tres derechas que no hace ascos al neo-franquismo heredado, ni siquiera al nacional catolicismo. También en esto Spain is different.

En las izquierdas la fragmentación venía de lejos y tras el evidente fracaso de Podemos en su objetivo de lograr el sorpasso a los socialistas, el nuevo partido debilitado y casi deshilachado encuentra su salida de urgencia en la conformación del bloque de izquierdas que, de consolidarse, sería a pesar del PSOE que perdería la exclusiva en la alternancia. Cosa que para la formación socialista y sus principales barones es más importante que ser de izquierdas, ya que les basta y les sobra con simularlo.

Lo que falta es ver y comprobar si este nuevo bifrontismo mejora en algo al bipartidismo, si viene a ser más de lo mismo o si resulta peor todavía. En todo caso, querida, el verdadero interés de la mayoría de la ciudadanía es conseguir algún día que eso de las izquierdas, sea un partido o un bloque, deje de ser una mera ficción, como esencialmente lo ha sido desde el 23-F de 1981.

Un beso.

Andrés