Hace días en la Asamblea de Madrid se escucharon acusaciones de traición política, se usaron cuando ya no había más argumentos para desmontar los hechos que se demostraban. Mal momento para la presidenta recién elegida. No es el primer caso ni será el último; la factura llegará, sin duda; buscaba traidores fuera de su cupo sin mirarse antes las entrañas. Mal parto del triunvirato triunfante.

Hablando de traiciones de verdad, sin lugar a dudas tendríamos que recordar la historia de Roma, aquello sí eran orgías y desenfrenos por el poder. Nos valdría cualquier época, pero como hablamos de triunviratos podríamos empezar por el primero (César, Pompeyo y Craso), fue débil en sus siete años de vida, Pompeyo estaba enfrentado a la nobleza, Craso era rico hasta aburrir y César se ganó los favores de los poderosos para tener libertad de acción en sus conquistas. Es decir, populismo, riqueza y estrategia militar, ¿les suena algo a las tríadas andaluza, murciana, y madrileña? Vayan haciendo crucigramas y les saldrá un juego de rol muy lúcido.

Tras el asesinato de César, ¿encuentran alguno parecido que veranee en las Rías Baixas, por ejemplo? Marco Antonio, Octavio y Lépido formaron el segundo triunvirato. Aquí ya no importaban las alianzas políticas, era un simple reparto de territorios. A Lépido se lo cepillaron pronto por querer quedarse con Sicilia y los dos restantes se repartieron Oriente y Occidente. Recuerden que Cleopatra se integra en el trío resultante y ya hay guerra intestina otra vez; Octavio se queda con el Imperio, sin tener en cuenta testamento alguno de César, manipulando su memoria, destruyendo sus escritos y automitificándose con un buen aparato de propaganda en el que no faltaron palmeros como Tito Livio o Virgilio.

Ya en la Italia actual no faltan ejemplos que nos recuerden el pasado; nos llevamos las manos a la cabeza con el triunvirato de la Liga de Salvini, el M5S de Luigi di Maio y el presidente del gobierno, Conte, que entra de árbitro y termina de piñata llevando palos.

Que salte el ultramontano bocazas a estas alturas apuñalando a sus aliados no es culpa suya; sino de los mandilones de sus socios por haberse arrebujado con él. Corriendo un tupido velo sobre el electorado desesperado que ¡siempre es inocente de todos los males!

En nuestros triunviratos regionales recién nacidos ya se están viendo, las puñaladas traperas. El caso de la hermana de Moreno Bonilla, los negocios de Ayuso que tan bien conoce su teórico aliado Ángel Garrido... Se trata de machacar a dos para quedarse uno con todo. El plan no es malo, si te cubres del fuego amigo y los votantes tragan. Los triunviratos es lo que tienen, no es lo mismo cuando en el bando dominante hay un imbécil que manda apoyado en un báculo sin aspiraciones, pero ojo que las yugulares son atractivas.