Chirría en el momento más inoportuno -basta pensar, por ejemplo, en el Brexit-el eje franco-germano, que ha resultado y sigue siendo esencial para la tarea de consolidación de la Unión Europea.

Muestran los dos gobiernos diferencias en su respectiva valoración del estado actual de la OTAN, que el presidente francés, Emmanuel Macron, considera en "muerte cerebral", algo que parece no haber gustado nada a la canciller Angela Merkel ni a su compatriota y nueva presidenta de la Comisión Europea, la atlantista Ursula van der Leyen.

También han surgido discrepancias entre los dos Gobiernos en lo referente a la ampliación de la Unión Europea: París ha decidido poner freno a las prisas alemanas por incorporar a otros dos países de los Balcanes-Macedonia del Norte y Albania- al club europeo.

Mientras que el Gobierno de Macron considera prioritario cohesionar la propia UE antes de proceder a nuevas y siempre arriesgadas incorporaciones, Berlín, impaciente por cerrar el bucle balcánico, teme que esos países acaben cayendo bajo la influencia de Rusia o incluso de China.

Son, por lo demás, de sobra conocidas las críticas de París a los topes fijados en el tratado de Maastricht a la capacidad de endeudamiento de los países miembros, que el Gobierno de Macron quisiera ver flexibilizados para poder hacer frente a los nuevos desafíos económicos a los que se enfrenta el continente.

Macron considera que las reglas del déficit que se fijaron en Maastricht han quedado obsoletas y se necesita un mayor margen de maniobra si se quiere competir en condiciones más ventajosas tanto con China como con los Estados Unidos de América.

"Necesitamos más expansión, mayores inversiones", sostiene el presidente francés, que parece dirigir sobre todo sus críticas a la política inversora del país vecino, obsesionado con el déficit cero y que, según París, podría debería hacer mucho más para modernizar sus infraestructuras y sus servicios y afrontar, como el resto de Europa, los próximos desafíos.

Para el ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, es indispensable que Europa invierta más en inteligencia artificial, en digitalización, en conservación energética y en la lucha contra el cambio climático.

La UE necesita, según Le Maire, una ambiciosa política industrial que posibilite la creación de lo que ahora llaman "campeones industriales" capaces de competir con sus rivales de otros continentes. Los políticos no pueden limitarse al papel de contables, dice el ministro.

La prensa económica alemana, sin embargo, no ha dejado de criticar el endeudamiento del país vecino y señala que con un 56 por ciento de su Producto Interior Bruto, Francia es ya la campeona europea del gasto público.

Su deuda pública roza el 100 por ciento y si no fuera porque los intereses están en sus niveles más bajos, apenas tendría margen presupuestario, escribe, por ejemplo, el Frankfurter Allgemeine, para el que entre las virtudes de Emmanuel Macron no figura precisamente la frugalidad. ¡Sí, chirría el eje franco-alemán. Y no es precisamente tranquilizador!