Recientemente, hemos estado catorce días sin servicio de internet, telefonía fija y televisión debido a una avería en la línea exterior de fibra óptica, una experiencia nunca vivida durante los treinta y dos años de alta en la compañía de telecomunicaciones. Y no tenía su origen en un problema colectivo de gran complejidad técnica, pues la anomalía quedó resuelta en aproximadamente media hora por un operador de campo desplazado hasta el lugar tras intervenir en la caja o elemento de conexión instalado en la fachada del edificio.

Dado que no era posible el uso de los teléfonos móviles mediante la conexión wifi del domicilio, el paquete de datos móviles contratado en modo compartido a máxima velocidad fue consumido antes de su renovación mensual, quedando una semana sin poder utilizar internet excepto que, tal como pasó a ofrecer la empresa mediante un mensaje de texto, se procediera a la contratación de más datos adicionales abonando el coste que ello conlleva. Con independencia del inusual periodo de espera para solventar la incidencia y de la alternativa propuesta en relación al uso de datos móviles, llama la atención que éstos no puedan acumularse de un mes para otro en el caso de no ser consumidos en el periodo de facturación.