"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes" reza una antigua maldición china. Ironías de la vida, la maldición viene a decir, ojalá te veas arrastrado por la espiral de acontecimientos que te toque vivir y no tengas ni un segundo de paz. Por lo que se deduce, una vida feliz sería entonces una vida tranquila, pacífica y familiar en la que nadie andaría corriendo continuamente para conseguir no sé cuántas necesidades de las que creemos tener y que siempre dan el pie al siguiente escalón de los deseos. Dígase riqueza, dígase poder o posición social. En términos domésticos, una persona infeliz es una persona malhumorada, que se relaciona mal con su entorno familiar, que no puede disfrutar de la amistad y que no valora lo más sencillo y hermoso que le da la vida porque simplemente no lo ve. Y todo, por conseguir aquello que siempre había anhelado y que pensaba que al alcanzarlo, al fin, podría descansar y ser feliz. No es casualidad que el neoliberalismo haya equiparado el éxito profesional con la realización personal, cosa que no conduce más que a la autoesclavitud aunque uno crea ser libre. Sin embargo, la sabiduría china parece tenerlo todo previsto porque la segunda de las maldiciones dice, precisamente, que "Ojalá que tus deseos se cumplan".