El edificio de la antigua prisión provincial sigue languideciendo ante la falta inversión en su mantenimiento y su olvido por parte de Estado y Concello. Nadie le hace caso, así que, las familias que se acercan durante el fin de semana a los partidos que se celebran en las instalaciones deportivas de la Torre de Hércules, han visto en ella una oportunidad para dejar sus coches y evitar dar vueltas y vueltas y más vueltas buscando un sitio para aparcar en la zona. A alguien se le ocurrió que dejar su vehículo en el jardín delantero de tan histórico y olvidado edificio era una buena idea y más conductores le siguieron. La antigua prisión provincial se ha convertido en dormitorio ocasional de personas sin hogar, también en centro de recreo para jóvenes que buscan la adrenalina de colarse en un lugar prohibido y peligroso y, lamentablemente, también en la última de las prioridades de Concello y Estado.