La Opinión de A Coruña

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Decía Azaña que lo mejor para guardar un secreto en este país es publicarlo en un libro. Desde luego, lo mejor para guardar un secreto no es la comisión de investigación de secretos del Congreso de los Diputados. Fue terminar y sus señorías empezaron piar. Sobre todo Rufián, cotilla mayor, que tuvo luego que aclarar que algunas de sus afirmaciones eran interpretaciones y no información vertida en la citada comisión. En esa comisión había una diputada de Bildu, otro de la CUP, también Espinosa de los Monteros, de Vox o Cuca Gamarra, del PP. Una juerga. Una mañana loca. No sé si un brazo o un riñón, pero muchos habrían dado lo que no tienen, incluso dinero, por haber asistido o poder escuchar lo que allí se decía. El colmo es que el CNI haya espiado la tal comisión y haya ahora unos espías transcribiendo las siempre malencaradas palabras de Gamarra, las elegantes faltas de respeto de Espinosa, las rufianadas o los venablos de Miriam Nogueras, diputada indepe que hace unos días y respecto a este asunto pidió “no cabezas, todas las cabezas”. Los nacionalistas siempre están pidiendo, ya sea dinero, privilegios, transferencias o cabezas. Y allí estuvieron todos, también representantes de Podemos y PSOE, alanceando a la directora del CNI, Paz Roldán, que parece que no ha roto un plato, gasta apariencia de funcionaria seria y rutinaria y posee título de especialista en Historia Medieval. Con ese equipaje intelectual, e incluso si solo tuviera el Bachillerato, se le vendría a la cabeza la Inquisición, con tanta pregunta y tanta gente deseando echarla a la hoguera. El espionaje a los indepes fue por orden judicial. Eso la salva, pero lo que sí se le puede achacar es que la eficacia a la hora de evitar que se espíe a ministros y al presidente es similar a la que tendrían Mortadelo y Filemón. Todos son dudas. Salvo que el pasado jueves unos cuantos lo pasaron bien. Comisión, comisión, cuantas veces se toma tu nombre en vano.

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