Seguramente hayan escuchado la frase de que solo es lícito llevar navaja si su longitud no pasa de los cuatro dedos, pero una ferretería cercana a la Iglesia Castrense (¿casualidad?) expone en el escaparate un acero que debe sumar cuatro patas de elefante una detrás de otra, brillando siniestro entre tímidas tazas de té, modestos auriculares y pacíficas cerámicas ornamentales. Le echamos más de un metro de largo, aunque no hemos entrado a medirla, ya que es bien sabido que lo único que detiene la curiosidad de un periodista es una amenaza letal. Pedimos un uso responsable, restringiendo su porte en los locales de ocio cercanos si no se espera que acudan a ellos coraceros napoleónicos.