Opinión | El pataleo
Baño del Barça de Xavi
El partido del equipo culé fue una lección: posesión, presión, llegada y gol
Qué espectáculo del Barça y qué ridículo del Madrid. Está claro, el equipo de Xavi quería ganar a toda costa la Supercopa y al Madrid le daba más o menos igual. O eso pareció ayer. El partido del equipo culé fue una lección: posesión, presión, llegada y gol. Gavi y Pedri dominaron el centro del campo como quisieron, imponiéndose por físico y por fútbol. Qué exhibición. ¿Y De Jong? Qué bueno es, qué bien ha hecho quedándose. Lo del Madrid, en cambio, fue dramático. A Ancelotti se le ha caído el equipo después del Mundial. La mayoría de los jugadores está sin energía y sin ideas. Modric y Kroos son los ejemplos más claros. Pero también Rudiger, Mendy, Valverde o Camavinga. Qué decir de Vinicius, que ni apareció en toda la Final. Courtois está tapando las carencias en los últimos partidos, pero no puede pararlo todo. Y desde el banquillo tampoco hay soluciones. Aunque lo peor del Madrid es que falla la actitud, algo innegociable en cualquier equipo y más en un uno que ha hecho de su fe en la victoria la envidia de toda Europa.
El famoso ADN Barça apareció y volvió a ganar un título. El debate era ganar o jugar bien, poner el estilo por encima del resultado o adaptarlo en función del rival. Una manera de jugar innegociable o negociarla en cada partido. Ayer se enfrentaban dos filosofías, pero sin victorias no hay filosofía que valga. El Barça goleó y jugó de maravilla, la combinación perfecta. Xavi tiene en la retina el fútbol del mejor Barcelona de la historia. Los jugadores cambian, pero él no renuncia a una forma de jugar que se practica desde la Masía, algo que enorgullece a los culés. El error es despreciar el otro fútbol, el que representa el Real Madrid. El de creer hasta el final, el de no rendirse nunca, el de poner el resultado por encima del estilo, el de ser capaz de adaptarse al rival, el del rey de Europa… El que estuvo desaparecido en combate en la Supercopa. Xavi consiguió dos cosas ayer: su primer trofeo como entrenador del Barça y dar un baño a Ancelotti. El italiano tiene que dar un golpe en la mesa o un par de gritos, como su homólogo en la prórroga ante el Valencia. Que le ponga las pilas a más de uno antes de que sea demasiado tarde.
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