Opinión | Inventario de perplejidades

Don Arsenio limpia su pasado

Hay personas muy preocupadas por la imagen que proyectarán en el devenir histórico. Por ejemplo, don Arsenio Fernández de Mesa, político ferrolano que ocupó (y aún ocupa) importantes cargos en la Administración pública española desde 1989. Como diputado en el Congreso por el Partido Popular, delegado del Gobierno en Galicia, director general de la Guardia Civil y consejero independiente de Red Eléctrica Española, donde percibía un sueldo anual de 130.742 euros y 1.500 euros mensuales en dietas. A no dudar, una brillante carrera que inició como jardinero del Puerto de Ferrol, previa una militancia juvenil en la Falange Española.

Cualquiera se hubiera conformado con un currículum que acredita habilidades y conocimientos de lo más variado, pero el señor Fernández de Mesa es un perfeccionista y quiso que su hoja de servicios a la Patria estuviese limpia como una patena. A tal efecto, contrató a una empresa catalana llamada Eliminalia para que borrase todos los apuntes biográficos que resultaren críticos con su cliente. Entre otros, su intervención en la crisis del Prestige en la que, siendo delegado del Gobierno en Galicia, mantuvo la tesis de que los vertidos del petrolero acabarían por congelarse y hundirse en el fondo del mar. Las comparecencias del estirado representante del Estado, y sus peregrinas teorías sobre la imprevisible evolución de los acontecimientos, provocaron la alarma en las autoridades del centro y de la periferia y el señor Fernández de Mesa fue retirado del primer plano. Quedó suficientemente acreditado que no tenía idea sobre el asunto. “El destino del fuel en el fondo del mar es convertirse en adoquín”, resumió sin despeinarse. Su presencia estelar en la catástrofe del Prestige no afectó para nada a su carrera política y acabó siendo nombrado director general de la Guardia Civil, quizás con la intención de mejorar la imagen de un cuerpo que había sufrido el desprestigio de la etapa Roldán. El paso del señor Fernández de Mesa por el Benemérito Instituto será siempre recordado por el encargo que hizo de un nuevo diseño para el uniforme de gala. Al no pertenecer a un cuerpo de la Administración pública (la plaza de jardinero del Puerto de Ferrol no tiene esa categoría) el sastre al que se encargó el diseño tuvo que superar no pocos obstáculos. Entre otros, darle pomposidad al uniforme sin caer en el ridículo carnavalesco de la Guardia Civil que ahora mismo ya no conserva el estilo rural, bronco e intimidante de aquellos que fueron conocidos como los “hijos del caimán”. El caimán era, figuradamente, el duque de Ahumada, su fundador, que era grande, verde y con una boca llena de dientes.

Yo tengo un amigo, coronel de la Guardia Civil, con el que, a veces, voy de pesca. Le pido opinión sobre las tareas de limpieza que lleva a cabo Eliminalia sobre los textos críticos con Fernández de Mesa y se encoge de hombros. La factura asciende a 7.500 euros, según informa El País, diario del que tomo la noticia. De todas formas, resulta inquietante el nombre de la empresa encargada de borrar inconveniencias, Eliminalia.

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