Opinión | Solo será un minuto

Puntos de sutura

Hay una ley no escrita que fija los puntos de sutura necesarios para que las heridas dejen de sangrar (que dejen de doler ya es más difícil, quizás imposible si son tan profundas que no se admiten cicatrices). Que no sangren es importante porque así te permiten seguir con tu vida con cierto sosiego, aunque siempre haya momentos en los que te sobresalta un recuerdo que se escapa del control. Un olor, una voz, una imagen, un sabor, una música, una película, un...

Ya sabes, la guarida de la memoria herida.

Esos puntos pueden ser cinco. Son la puntuación ortográfica que va escribiendo los días y describiendo las noches. Está el punto y seguido. No interrumpe nada, no corta a nadie. La historia se prolonga y acota los segundos que corren hacia el ayer. El punto y aparte marca ciertas distancias con lo que te rodea, pone en su sitio los tropiezos y deja el espacio justo para que solo entre lo necesario. Tal vez sea el punto más protector y equilibrado. No sé. Más tajante y ceñudo es el punto final. Ahí se acaba todo, o no, quizá sea la frontera que nos separa de una nueva historia. Es un punto que sabe mucho de adioses y quebrantos, de malas horas y sueños hostiles. El punto y coma te propone una pausa. No tan corta como una coma ni tan larga como un punto y seguido. Tan modesta que puedes confundirte a la hora de recurrir a ella. Es importante añadir puntos con coma en los renglones de los días: ayuda a no exagerar fallos, puede limitar los daños colaterales de la convivencia con los demás, sin duda impone un poco de mesura y prudencia, que nunca vienen mal cuando vienen mal dadas las cosas. Tal vez sean los puntos suspensivos los más agradecidos, una invitación a seguir sin apresurarte más de la cuenta, una vía de escape acogedora cuando el mundo se ensaña contigo.

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