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¿Está solo Ximo Puig?

Los barones socialistas no se llevan bien con Sánchez, pero pueden salvarle los muebles el 28-M, aunque el PSOE pierda las elecciones en el cómputo global

Pedro Sánchez ha abierto la campaña electoral en Washington para exhibir la buena relación con Biden e intentar así neutralizar la embestida del PP, que le pinta como un peligroso izquierdista, prisionero de Podemos y del independentismo. Pero la noticia de que 44 condenados de ETA, algunos por asesinato, que están en las listas de Bildu ya ha dado armas a Alberto Núñez Feijóo para recordar que Sánchez ha sido tributario de Bildu toda la legislatura. Los dos tienen premio de salida.

¿Quién ganará el 28-M que será el prólogo de las generales de diciembre? Cuesta creer las cifras del CIS que dicen que el PSOE sacará más de cuatro puntos al PP (32,3% a 27,9%) cuando todas las otras encuestas —eso sí, sobre las generales— dan una ventaja al PP de al menos tres puntos (El País). Pero la hipotética victoria global del PP puede quedar en parte compensada si el PSOE logra conservar el poder en la mayoría de las CC AA que gobierna. Incluso si en ellas el PP sube y queda primero al recibir los votos de Cs de 2019.

Quizás la comunidad clave es la valenciana, porque es la de mayor población en la que se vota y porque Ximo Puig, con una coalición parecida a la de Sánchez, lleva dos legislaturas gobernando un territorio que durante muchos años fue feudo del PP. Y Feijóo se ha puesto la reconquista como prioridad. Pues bien, Ximo Puig tiene serias posibilidades de continuar. Las elecciones las ganará el PP que sube y absorbe a Cs, pero el pacto del Botánico (PSOE, Compromís y Podemos) puede volver a tener mayoría. La única condición es que Podemos supere el 5% de los votos y entre en el Parlamento. El Mundo le da un 5,5%, El País un 5,3%, el CIS un 6%.

¿Por qué Puig aguanta? Tiene una imagen más centrada que Sánchez, su socio principal, Compromís, es menos radical que Podemos, que además en Valencia cuenta mucho menos que en Madrid. Y así Ximo Puig, sin belarras, ha mantenido una buena relación con el empresariado. Con un 5,1 es el político más valorado y el preferido como presidente (26% contra 19% del candidato del PP) y el 42% prefiere un Gobierno como el suyo (o solo del PSOE) al 35% que optaría por un pacto PP-Vox. Pero lo fundamental es que los valencianos suspenden por una diferencia de 12 puntos al Gobierno de Sánchez y en cambio aprueban al de Puig por 8 puntos (37% contra 29%). A la hora de votar en las autonómicas Puig cuenta más que Sánchez.

Algo similar, pero más acentuado, pasa en Aragón y Castilla-La Mancha, cuyos presidentes, Javier Lambán y Emiliano García-Page, son más españolistas y se han distanciado del modelo Frankenstein. En Aragón hay empate técnico con ventaja del PP, pero la diversa coalición de Lambán puede sumar más diputados que PP y Vox. Parece que todo dependerá de los tres escaños que sacaría Teruel Existe y que se dicen incompatibles con Vox. Además, Lambán es el preferido como presidente —aunque en nota empata con Azcón, el candidato del PP— y su Gobierno tiene un fuerte respaldo (52% contra 29%). Y en Aragón no hay ni polarización ni crispación. Los electores del PP valoran bien a Lambán y los del PSOE al candidato del PP. ¿Un milagro, o una muestra de que España está menos excitada que Madrid?

Y más notable es lo de García-Page, que no entiende Cataluña y no se ha mordido la lengua al criticar los pactos con Podemos, ERC y Bildu y que obtendría mayoría absoluta y —caso único— recogería más votos de Cs que el PP. Page es preferido como presidente y su Gobierno aprueba (52% contra 31%).

Ximo Puig, Javier Lambán y García-Page son muy distintos, pero los tres según las encuestas manejadas (no del CIS sino una de El País y dos de El Confidencial) tienen un relevante punto común: superan las críticas a Sánchez en sus territorios porque tienen personalidad propia. Lionel Jospin, candidato a suceder a Mitterrand en la presidencia de Francia, quiso poner distancia: “Lui c’est lui, moi c’est moi” (‘Él es él, yo soy yo’). Esto es lo que puede librar a estos barones, y a otros, de la embestida del PP para “derogar el sanchismo”.

Si es así, aunque en el cómputo total el PSOE pierda el 28-M, los barones socialistas le pueden salvar los muebles a Sánchez. Luego, todo tiene un precio, la voz de estos barones podría condicionar a Sánchez. ¿Hasta dónde?

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