Opinión | Un minuto

48 millones

Ese dato es de este miércoles pasado, cuando la prensa informa que el 1 de abril se alcanzó la cifra de 48.196.693 españoles. Recuerdo de mis años escolares que entonces se decía que éramos 28 millones. Y entre tantos, es lógico que la diversidad de pareceres y sensibilidades se agrande hasta el infinito. Lo estamos comprobando a diario con sucesos tan actuales como el caso de las ofensas al jugador Vinicius Jr incidente en el que, dentro de una general repulsa al racismo y a los insultos, surgen luego matizaciones para todos los gustos. También se ha comprobado con ETA, mejor dicho, con la incorporación de antiguos miembros del grupo terrorista en las listas de concejales para ciertas localidades vascas, donde las réplicas van desde la condena tajante hasta la salvedad de invocar que ahí también hay democracia. Los ejemplos se podrán multiplicar, y más en el ambiente electoralista que ahora vivimos. Es cierto que las opiniones son libres, los gustos e inclinaciones personales tantos como españoles haya, pero esa variedad y diversidad no sólo es compatible sino necesario hermanar con unos valores rectores que nos guíen a todos en la consecución del bien común, del bienestar general, de la protección a la persona y sus derechos fundamentales, etc., pues sin esa salvaguarda esto es ingobernable.