Solo será un minuto

Pisando chascos

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Si has llegado a una edad en la que ya tienes la certeza de que los finales felices no existen y de que la injusticia tiene todas las de ganar en forma de bonos de desigualdad, intolerancia y manipulación, sabrás de sobra que vivir lleva aparejado estar pisando chascos con frecuencia. No seamos tenebrosos: también hay momentos dichosos y satisfactorios, casi siempre escritos en letra minúscula y nunca relacionados con circunstancias llenas de pompa vacía, y poder disfrutarlos es una de las pocas cosas que dan sentido a la vida. Lo malo es que no solemos ser conscientes de la importancia de esos chispazos de ¿felicidad? cuando ya pasaron de largo, incluso cuando ya estamos a punto de olvidarlos porque se nos cayó encima una enorme losa de compromisos, obligaciones, hipotecas, fracasos, decepciones y demás cargas de profundidad que nos arrojan desde distintos puntos de colisión.

Lo peor no es que haya ataques a menudo clónicos que procedan de personas a las que podemos dar la espalda o retirar el saludo. Hay que ser conscientes de que, salvo que se opte por vivir fuera de las coordenadas sociales tradicionales, es inevitable el trato con mucha gente y que te encontrarás con personas que valen mucho la pena y otras que no. Disfrutar la compañía que aporta y distanciarse de la toxicidad es un desafío apasionante y que dice mucho de la capacidad que se van ampliando para evitar arenas movedizas y atmósferas pantanosas.

El peligro máximo llega cuando las malas influencias surgen de uno mismo y los pactos, armisticios o claudicaciones tienen que resolverse en el plano más íntimo de todos, el que está en el interior de cada uno, salpicándonos de autoengaños, renuncias o decepciones por lo que querías ser y lo que finalmente empiezas a ser.

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