Finanzas autonómicas en calma solo aparente

Santiago Lago Peñas

Santiago Lago Peñas

Aparentemente, las finanzas de las Comunidades Autónomas están tranquilas. Las referencias en los medios de comunicación a la reforma de la financiación autonómica se han reducido a la mínima expresión. ¿Qué ha pasado? En esencia, el gobierno central las ha regado de dinero. Por dos vías. La más reciente, los fondos extraordinarios creados para aislar a los servicios públicos autonómicos de la recesión provocada por la pandemia. Ningún otro país con gobiernos subcentrales tan importantes como los españoles optó por una estrategia tan generosa. Y la que lleva ya una década con nosotros: los mecanismos extraordinarios de financiación, que permiten financiar déficit y refinanciar deuda. En conjunto, han creado un escenario artificial y muy cómodo para los consejeros de hacienda. Especialmente para aquellos para los que el sistema ordinario les da menos recursos y los que han apelado en mayor medida al llamado Fondo de liquidez autonómica (FLA).

Pero todo esto va a cambiar. En 2024 comenzaremos un proceso de consolidación fiscal de intensidad creciente, por la vuelta de las reglas fiscales europeas. El gobierno central tendrá que ajustar el cinturón y las transferencias a las autonomías lo reflejarán. Además, los mecanismos extraordinarios tendrán que ser abandonados más pronto que tarde, lo que supondrá el retorno de la disciplina de mercado. Por eso, haríamos mal si pensásemos que la reforma de la financiación autonómica no urge o que la metabolización. O que la búsqueda de una solución para metabolizar las docenas de miles de millones prestados a cargo del Fondo de liquidez autonómica no es perentoria.

Desafortunadamente, me temo que sobre esto no hablaremos en la campaña que se avecina.

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