Preparándonos para el cambio climático en Galicia

Santiago Lago Peñas

Santiago Lago Peñas

El cambio climático es, probablemente, la amenaza más seria y cierta de las que se divisan en el escenario a 10 o 20 años vista. Todos deberíamos pensar en ella: adoptando ya decisiones que permitan frenar de forma dramática el impacto del ser humano en el planeta; y preparando a hogares, hábitos, ciudades y empresas. Cierto que pueden existir desafíos más urgentes a muy corto plazo. Pero ello no debería ser óbice para orillarlo, sobre todo en España, uno de los países en los que los eventos meteorológicos extremos podrían aumentar en mayor grado.

Es probable que Galicia sea uno de los territorios menos afectados en la península. De hecho, podemos acabar siendo una especie de refugio para muchos españoles durante varios meses al año, hartos de olas de calor que se superponen. No obstante, sería un error pensar que a nosotros no nos va a afectar. Existen dudas sobre lo que podrá pasar con la dirección de los huracanes que se forman en el océano Atlántico y, por ahora, giran hacia el oeste; o la estabilidad de la Corriente del Golfo. Pero incluso aunque esto no cambie para mal, tenemos que prepararnos, a todas las escalas; desde las familias y sus hogares, hasta la Xunta.

Por eso, echo de menos más reflexión y proyecciones para anticiparse al futuro. A la planificación urbanística municipal le está costando integrar aspectos clave para mitigar los impactos del cambio climático. La creación de espacios de sombra y áreas verdes en las ciudades puede ayudar a reducir el efecto de isla de calor y proporcionar lugares más frescos y agradables durante los periodos de calor intenso. Además, es esencial mejorar la gestión del agua, mediante la implementación de sistemas de drenaje sostenibles y la preservación de espacios naturales que ayuden a evitar inundaciones y sequías. En segundo lugar, hay que referirse a la gestión forestal, la agricultura y la ganadería. Afortunadamente, en los últimos años la Xunta ha apostado por un impulso muy significativo en el frente de la recuperación y ordenación del territorio. Pero lo que falta es tanto que corremos peligro de que no lleguemos en 15 o 20 años. Tercero, si Galicia se convierte en un destino preferente para vivir durante varios meses al año, especialmente para aquellos que puedan teletrabajar, podremos asistir a una intensa presión inmobiliaria, especialmente en la costa; ante la que se deberían implementar políticas que aseguren un desarrollo urbano futuro sostenible y equilibrado.

En definitiva, toca pensar en el cambio climático en serio. Y empezar a tomar decisiones hoy. También en Galicia.

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