Me negarás tres veces
Feijóo y Abascal se llaman y se reúnen, como hace unas semanas, en un ejercicio de absoluta discreción por no llamarle opacidad, mientras el presidente andaluz, uno de los hombres fuertes en el posible relevo, arremete contra la ultraderecha. La misma que le ayudó a alcanzar el bastión andaluz después de 36 años de gobierno ininterrumpido del PSOE, es ahora objeto de sus invectivas. Es que Moreno Bonilla, un hombre bregado en la tarea de gobernar, más que con cinismo, o es que yo sigo creyendo en la bondad de los desconocidos, les replicaba con una mezcla de enfado y estupefacción. Una cosa es que sean en parte una escisión del sector duro de los conservadores, pero lo integra también una sección sui generis que podría haber aterrizado en una nave nodriza en el descampado de Bélmez, donde el fenómeno de las caras que aparecen y desaparecen, y fáciles de trato es evidente que no son.
Los necesitan numéricamente, parecen siempre la solución más fácil para la gobernabilidad, pero luego son una condena que arrastran con cierto penar. Si hasta Ayuso clamaba por una mayoría absoluta para no depender de las inesperadas embestidas de la señora Monasterio. Una cosa es ser conservador y otra que estés en contra de la ciencia, el europeísmo o de la cultura en general. Que muy bien la unidad de España y la mayoría católica, pero las performances y sublimaciones dan hasta apuro estético a las personas de desorden, no te digo ya a las de orden. Esconden sus relaciones como algo prohibido porque no les dan votos, eso ya lo saben ahora, pero además tratan a los verdes oscuros como a la querida que ponías una boutique en esos tiempos que ellos ponen de referente. Es muy machista la comparación, pero a ellos no les va a parecer porque el machismo no existe, como les invisibilizan a ellos hasta el momento justo de firmar acuerdos. Es una relación que les reporta grandes satisfacciones, solo hay que ver la cara de María Guardiola, Fernández Mañueco o el ánimo pactista de Fernando López Miras. El Partido Popular se debe todavía gestionar el socio a la derecha, el PSOE se ha encontrado resuelto el suyo a la izquierda y de sus posibles socios independentistas hasta Junts es partido sacado a bailar por ambos. Coalición Canaria, el PNV y hasta UPN les han dicho que con ellos vale, pero que con su amigo a ratos invisible ni a la vuelta de la esquina. Los veo en una relación agotada ya al inicio pero que la comodidad arrastra en el tiempo.
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