Dos campeones gallegos del Mundo de fútbol de 1930 con Uruguay

Alberto Barciela

Alberto Barciela

España, Marruecos y Portugal acogerán en 2030 el centenario de la Copa del Mundo de Fútbol, todo un acontecimiento deportivo que se jugará en tres continentes y cuyo partido inaugural se disputará en Montevideo, como homenaje a la primera gran final de la Copa Jules Rimet, que era como se denominaba el trofeo en los albores del siglo XX.

Lo que algunos no conocen es el protagonismo de Galicia en aquella final. Se vivían años determinantes en la emigración al continente americano. Allí arribaron, entre otros muchos miles, dos familias redondelanas, y con ellas llegarían dos muchachos, Pedro Cea y Lorenzo Fernández, que destacaron en el fútbol local y que ya como figuras del balompié consiguieron merecer formar parte del combinado uruguayo que se alzó frente a Argentina con el triunfo final, convirtiéndose así en verdaderos mitos de la historia del fútbol mundial.

El próximo 16 de noviembre se cumplirán cincuenta años del fallecimiento de Lorenzo Fernández, conocido como El Gallego, nacido en Redondela el 20 de mayo de 1900. Jugaba en la demarcación de delantero centro. Cuentan las crónicas que emigró muy joven a Sudamérica, y que vivió en ambas orillas del Río de la Plata. A lo largo de su trayectoria deportiva jugó en Club Atlético Capurro, River Plate FC, Atlético Wanderers y Peñarol. Además de campeón del mundo, fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1928 en Ámsterdam y Campeón de América en 1926 y 1935. En total jugó 31 partidos con la selección uruguaya y anotó 4 goles. Además, fue entrenador del Peñarol entre 1941 y 1942, y estuvo circunstancialmente vinculado a Nacional de Montevideo. Entre otros muchos trofeos, ganó cinco veces la Liga de la Primera División uruguaya y una vez la copa Federación. Tal fue su relevancia que en el año 2002, Correo Uruguayo emitió un sello con su imagen.

Otra leyenda en la denominada República Oriental fue Pedro Cea, oriundo también de Redondela, aunque alguna crónica un tanto confusa, sitúa su nacimiento en Arroyo Seco barrio de Montevideo. Desarrolló una carrera extraordinaria en el Nacional, el equipo más ligado a la comunidad gallega, aunque era apelado como El Vasco debido al origen de su madre.

Fue el único futbolista que disputó todos los encuentros de una larga temporada de éxitos que llevó a la formación sudamericana a conseguir dos oros olímpicos (París 1924 y Ámsterdam 1928) y la victoria en el Mundial del año 1930. Fue conocido también como el Empatador Oímpico por los goles determinantes que logró en los Juegos de 1924, en los de 1928 e incluso en la final del Mundial. Todo un alarde de superioridad y ejemplaridad, de un muchacho que había comenzado a ganarse la vida con la venta callejera de hielo.

Según narran los periodistas de la época, la final disputada en el estadio Centenario de Montevideo, gozó de una enorme expectación y una mayor tensión fruto de la gran rivalidad entre países vecinos. Argentina comenzó dominando el marcador y Uruguay estaba pasando por una crisis de juego, hasta que el choqueiro Pedro Cea logró empatar el encuentro e iniciar la remontada de los uruguayos, que acabaron ganando por 4 tantos a 2. El gallego acabaría como segundo máximo goleador del campeonato.

Redondela ha dado otros nombres gloriosos al fútbol como los hermanos Talladas, José y Santiago Túnel Cabaleiro; Rafael López Ventín, Cabezo; Gonzalo Barciela, Gene Cabaleiro —también enorme diseñador—, Carlos Dula, Benito Rubiñán, Gene Muiños, José Emilio, Picho, Javierín o Pablo Couñago que, con mayor o menor fortuna, llevaron el nombre de la Villa de los Viaductos y del Club deportivo Choco y sus predecesores —Redondela Foot-ball Club (fundado en 1908), el Científico Deportivo de Redondela (1909), Sporting de Redondela o la Liga Popular Redondelana, etc.— por el mundo.