360 grados

EEUU ha perdido la batalla del relato

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Tan importante hoy en día como la guerra que se libra con las armas es la que podríamos llamar “la batalla del relato” y no puede caber duda que EEUU lo tiene tanto en Ucrania como en Israel cada vez más difícil.

En Ucrania, el Gobierno de Joe Biden insistió desde el principio en que jamás permitiría que ganase Putin, pero los hechos son testarudos: la famosa contraofensiva en que Washington había puesto todas sus esperanzas ha fracasado definitivamente.

Y ahora sólo cabe culpar a los demás de lo que sucedido: al mando militar ucraniano por no haber seguido las instrucciones de la OTAN, al propio presidente del país, Volodímir Zelenski, por su tozudez, a las luchas por el poder en Kiev o a la corrupción que no cesa.

Todo, menos reconocer que era una guerra perdida desde el comienzo, que Occidente estaba tan decidido a acabar con Putin que calculó mal su capacidad de resistencia, el estado de la economía rusa y sobre todo la fortaleza de sus Fuerzas Armadas.

Sólo ahora parecen haber dejado finalmente de creerse su propia propaganda los principales medios de comunicación de Occidente; sólo ahora comienzan a admitir la realidad, que no es ciertamente como nos la habían pintado Kiev, la OTAN ni aquéllos.

Pero ¿reconocerán alguna vez los gobiernos de Washington y Londres que fue un error presionar a Zelenski para que despreciara un acuerdo de paz negociado con Moscú porque la OTAN le proveería de las armas necesarias para recuperar todo el territorio que le había arrebatado Rusia y acabar de paso con Putin?

¿Qué ha sido de aquellas promesas? El jefe de las Fuerzas Armadas, hoy supuestamente enemistado con Zelenski, el general Zaluzhnyi, sigue pidiendo a Occidente aviones de combate, tanques y nada menos que 17 millones de nuevos proyectiles, pero ya nadie parece tomar en serio las demandas de Ucrania por “desorbitadas”.

Porque además, mientras tanto, el principal valedor de Kiev, EEUU tiene otro cliente más importante al que atender: Israel, su punta de lanza en Oriente Medio, que también necesita las armas “made in USA” para combatir a Hamás.

Y si Estados Unidos ya perdió con su fracaso en Afganistán y ahora con Ucrania buena parte de su credibilidad como la potencia más poderosa del planeta, capaz de imponer a otros su voluntad gracias a su poderío militar, el Estado sionista parece correr suerte parecida.

Supuestamente sorprendido por el ataque de Hamás, Israel, que se consideraba invencible, se ha embarcado en una campaña de sistemáticos bombardeos de Gaza que, antes que aniquilar a esa organización que tacha de “terrorista”, parece un plan genocida contra la población palestina.

Los planes de Abraham, con los que Washington buscaba una aproximación entre las naciones árabes y el Estado sionista favorable a sus intereses geoestratégicos han descarrilado.

Lo que en los medios anglosajones llaman “la calle árabe” se moviliza en todas partes a favor del pueblo ilegalmente ocupado y ahora masacrado sin piedad por Tzahal, las Fuerzas de Defensa israelíes.

Y mientras tanto, el Gobierno de Biden no puede ocultar su hipocresía cuando pide públicamente a Tel Aviv que evite en todo lo posible la muerte de civiles mientras veta en el Consejo de Seguridad una resolución a favor del alto el fuego y envía cada vez más armas a Israel.

Definitivamente, EEUU e Israel han perdido la batalla del relato.

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