La salida de Francisco

Antonio Balibrea Sociólogo y periodista

Me da que está preparando la salida. Está ultimando los detalles, en la medida de lo posible. Como buen jesuita tiene pensado hasta el sitio donde quiere ser enterrado: en Roma, en Santa María la Mayor, pero no en el Vaticano. El Papa Francisco no puede, y seguramente no quiere, ocultar su educación ignaciana. La vida será lo que quieran los hombres, inspirados por el Espíritu, poniendo su reflexión y disciplina en ello.

Para despedirse, la penúltima ha sido dejar bendecidos —sacramentos aparte— a los seglares vueltos a casar, a los LGTBQ+. La declaración Fiducia supplicants hecha pública por la Comisión para la Doctrina de la Fe, sobre la bendición de personas homosexuales ha pillado a muchos con el pie cambiado; y al obispo de Orihuela-Alicante Monseñor José Antonio Munilla le ha pillado a su marcha de siempre, vamos en la otra dirección, pero no le queda sino reconocer que no hay herejía en lo que diga la Comisión de la Doctrina de la Fe; sino que esa es la guardiana de la doctrina, oficial al menos. Para haber sido obispo de San Sebastián me recuerda la escuela de la histórica memoria de monseñor Pablo Barrachina a quien Dios tendrá en su gloria. Nos evita añorar a Barrachina.

Francisco se encontró a su llegada a Roma con un gran belén montado. Un belén universal, financiero, organizativo, con figuritas todavía desconocidas, seguro que había un caganer, o más de uno. Cosas que algún día se sabrán, Las que conservan por siglos los legajos en los Archivos Vaticanos. Francisco, ahora se despide con bendiciones como las citadas y la condena por un Tribunal del Vaticano al cardenal Angelo Becciu, exsustituto en la secretaria de Estado del Vaticano, a cinco años y medio de prisión por corrupción. ¡Toma ejemplo Europa!

Las bendiciones vienen tras la conclusión de la primera sesión universal de la XVI Asamblea Sinodal que se celebró el pasado mes de octubre, El proceso se inició en octubre de 2021 y terminará en octubre de 2024. El llamado proceso sinodal es un cambio en la Iglesia Católica similar al que significó el Vaticano II que puso en marcha Juan XXIII y terminó Pablo VI. Procesos sinodales que siempre han sido casi exclusivos de los obispos; este año ha contado con la participación activa y en primera línea de los seglares, de las órdenes religiosas, de los curas rasos y todas las organizaciones apostólicas y comunitarias. La inclusión de las mujeres en todo el proceso y en las asambleas y su futuro papel en la Iglesia es ya por sí solo una revolución. El trasatlántico eclesial con veinte siglos de historia, y cientos de millones de pasajeros, está reorientándose en un mundo en cambio vertiginoso y eso sí que es una maniobra, no sé si política, pero seguro que magistral. Será el Espíritu, que diría Francisco. La herencia de Francisco la conoceremos cuando sea que se despida y el colegio cardenalicio abra las papeletas. Pienso que tiene amarrada una holgada mayoría para la elección de su sucesor. No en vano ha habido una serie de nombramientos cardenalicios probablemente para intentar dar continuidad a la línea reformadora de éste jesuítico camino franciscano

“¡A Belén pastores…!”. Pero este año lo van a tener más crudo si cabe, después de peregrinar entre bombas de norte a sur de Gaza, de sur a norte debe ser por un estilo. Habrá que oír las recomendaciones pacifistas de Francisco, porque si Netanyahu es de armas tomar, y de eso no cabe duda; a la diplomacia vaticana hay que echarle de comer aparte. Nos siguen resultando insoportables las imágenes de los niños en las guerras, no hay Espíritu que nos las explique. Ni en Navidad.