Señalar la violencia de género y la prostitución
Penélope Cruz metió el dedo en la llaga en la alfombra roja de los Goya. Habló de violencia de género, de no cuestionar a las mujeres si retrasan la denuncia y manifestó, textualmente: “Nos está fallando. Es un sistema judicial en el que cuando una mujer coge la fuerza, que es muy difícil tenerla cuando te están amenazando a ti o a tus hijos, no siente el apoyo y no es respaldada por seguridad. Hasta que ese sistema no mejore, las cosas van a seguir estando muy mal. Las mujeres siguen cayendo como moscas y han ido una, dos, tres veces avisando del terror, de palizas incluso a sus hijos”.
No sé cuántas veces nos han dicho a periodistas especializadas en violencia de género que no ataquemos mucho a la justicia. Ella fue a la diana, al problema que las mujeres no dejan de repetir. Y cuando el sistema de atención y protección ha fallado, cuando la justicia no entiende lo que ocurre, cuando el Estado no da la respuesta que una víctima espera, se produce violencia institucional. Perfiles del ámbito jurídico o asistencial se removerían con incomodidad ante la declaración, pero más incómodo es escuchar horrores contra mujeres y el posterior ninguneo o respuestas que llegan tarde.
Frente a las difundidas declaraciones de Nadal sobre el feminismo, ha pasado una noticia por alto estos días. Un maltratador mató a la mascota de su pareja, la cocinó y la obligó a comérsela. Por ello el feminismo jamás puede ser algo cómodo ni divertido. Es búsqueda de justicia. Y sí, en muchas situaciones esta ha salvado vidas. También la medicina, por ejemplo. Pero eso no quita la cantidad de mujeres cuyas historias de violencia han acabado en un cementerio o con lesiones permanentes por falta de protección. Errores que son irreparables.
La gala de los Goya también tuvo el momento de denunciar el #SeAcabó tras el caso Vermut, con algunas opiniones algo laxas. Mabel Lozano ganó con su corto documental y añadió en la recogida del premio: “Se dice que la esclavitud ha desaparecido de la civilización europea, pero no es cierto. Todavía existe, pero solo se aplica a las mujeres y se llama prostitución”.
No dijo solo trata. Dijo prostitución. Porque, al final, los puteros y este negocio criminal no diferencian. Lozano también metió el dedo en la llaga a una tribuna que respondió con un aplauso algo tibio. Como España es el primer país de Europa en consumo de prostitución, quizás conocían a amigos o compañeros que van de putas y apelar siempre es incómodo. Sorprende comparar ese aplauso titubeante a Mabel Lozano con el efusivo que recibió el año pasado Telmo Irureta en los Goya, al decir: “Nosotros también existimos y también follamos”. Era una defensa de la prostitución y de los que llaman “asistentes sexuales” para personas con discapacidad. Aquel emocionado aplauso explicó cuánto está normalizada nuestra violencia, y cuánta vía libre significaba a los puteros. La contención de este año nos explica qué molesto sigue siendo cuando hablan las mujeres diciendo las verdades del machismo.
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