Al menos tres palmeras fueron taladas ayer en tres concellos distintos de la comarca coruñesa a causa de la plaga del picudo rojo: la de la residencia militar de A Maestranza en A Coruña, la de la plaza Castelao en Culleredo; y la del albergue de la Mercé en Santa Cruz, en Oleiros. El avance de este coleóptero asiático que ya ha terminado con gran parte de las palmeras de la provincia de Pontevedra sigue imparable a pesar de los esfuerzos de Administraciones y propietarios particulares. La situación es tal que incluso hay lista de espera en empresas para efectuar la tala y retirada de los restos. En los dos últimos años la comarca ha visto una gran expansión de esta plaga, sobre todo desde la caída del icónico ejemplar de la Casa de las Chinchillas en A Pasaxe a principios de 2019.

En A Coruña se taló hace poco la simbólica palmera de la Marina, en el Callejón de la Estacada, lugar de descanso de gran número de gorriones. Era un ejemplar tan antiguo como querido en la ciudad. Se detectó que estaba afectada y al parecer era arriesgada su continuidad por el temor a que dañase a las palmeras protegidas de los Jardines de Méndez Núñez.

A principios de este año la alta y esbelta palmera de la fachada de la residencia militar de A Maestranza empezó a tener mal aspecto, con muchas palmas secas, y una inspección reveló lo que se temía, que estaba infectada también por el picudo. Ayer una empresa se encargó de su tala, troceando el tronco, con ayuda de sierras y una grúa. En principio otras palmeras situadas detrás del edificio, de gran porte, no están afectadas.

En Culleredo el servicio de mantenimiento de jardines taló la palmera de la plaza Castelao en Fonteculler, también atacada por este insecto. El Ejecutivo local explicó que a principios de este mes los operarios analizaron este ejemplar, una Phoenix canariensis, y comprobaron que la plaga había provocado daños de consideración y su estado sanitario era “irreversible”, por lo que solo cabía su eliminación.

Al cortar el tronco los operarios hallaron “grandes larvas del insecto en su interior”. Culleredo también detectó recientemente que estaba afectada la palmera del recinto de la Policía Local, pero se le aplicó un tratamiento y por ahora da resultado: una cirugía apical (extracción de hojas infectadas, larvas, capullos y tejido afectado), aplicación de nematodos (una especie de pequeños gusanos que se comen las larvas del picudo) y técnicas de endoterapia (tratamiento fitosanitario de bajo impacto ambiental).

Tala de la palmera en la residencia militar, ayer en A Coruña. | // B.A. M. Villar

En Oleiros Ramón Núñez, que tiene más de 800 clientes en la comarca y que se dedica a la poda de palmeras, mantenimiento y tala cuando ya no es posible salvarlas, tuvo que talar ayer una palmera en el centro de Santa Cruz que estaba afectada y los responsables del centro decidieron también cortar la otra, por precaución.

“En marzo talé ocho palmeras. Yo trabajo por toda la comarca y ahora la mayoría de las palmeras que estoy talando son de Oleiros porque fue el primer concello en tomar medidas, envió cartas a los vecinos. De hecho a algunos les llegaron las multas pocos días después de la tala, hay gente que no encontraba quién le talara. Yo tengo algo de lista de espera, en primavera y verano, entre seis y ocho semanas”, destaca Ramón Núñez, que hace las talas a la manera tradicional, trepando por el tronco.

Este experto se encarga, por ejemplo, del cuidado de las palmeras del recinto de la Hípica en A Coruña, a escasos metros de la palmera de la residencia militar que acaba de ser eliminada por tener este insecto. Allí hay once palmeras, seis de ellas de gran altura, hasta más de veinte metros.

Muchos propietarios particulares han optado por cortar los ejemplares que tenían en sus fincas ya antes de resultar afectadas. “Los que heredaron fincas, con palmeras plantadas por sus padres, quieren conservarlas y te contratan un mantenimiento, pero otros ya no. La palmera hace años fue una moda, pero da mucho trabajo”, destaca Núñez. Talar una palmera de altura media, unos quince metros, y que puede pesar entre 8.000 y 9.000 kilos, no es fácil, por el peso y por la composición del tronco, “todo fibra”, y que crece en espiral.

El tratamiento más habitual que se está aplicando para luchar contra el picudo incluye cuatro pinchazos en el tronco con una máquina a presión y después usando nematodos. “Es como una vacuna”, destaca Núñez.

El picudo rojo es un pequeño insecto, rojizo, que entró en España en 1993, por Andalucía, y en Galicia el primer caso se detectó en Gondomar en 2013. La hembra vuela hasta aterrizar en una palmera y deposita los huevos entre las grietas de la planta, hasta 400 de media. Al eclosionar los huevos salen las larvas, que se alimentan del tejido vegetal de la palmera, y ahí empieza la muerte del árbol. La larva, a los dos o tres meses, construye un capullo y un mes después saldrán en su forma adulta nuevos picudos que volarán a otras palmeras.