La icónica y centenaria palmera de la catalogada Casa de las Chinchillas en A Pasaxe cayó en marzo de 2019 víctima de la plaga del picudo rojo, que también mató varios ejemplares en Mera y en la zona de O Paraíso. En la avenida Francisca Herrera, entre la rotonda de As Pedreiras y la Casa Consistorial, había seis parejas, dos de ellas ya tuvieron que ser taladas y mientras un par también en una finca privada están ya desmochadas. El Concello de Oleiros quiere evitar que se propague esta plaga y ha enviado requerimientos a 22 vecinos para que realicen un diagnóstico de sus ejemplares, hagan tratamientos preventivos o en caso de estar ya afectadas, para que las talen y las quemen.

“Hay que evitar que contaminen a otras y todos los concellos tienen que tomar medidas para que no se expanda”, señaló ayer el alcalde, Ángel García Seoane, en la emisora local. El regidor señaló que el Ayuntamiento tiene 135 palmeras en jardines y parques públicos, que también son revisadas y vigiladas.

El municipio oleirense además también está afectado por otra plaga, la de la procesionaria, que obligó a talar un gigantesco pino casi frente a la antigua palmera de la Casa de las Chinchillas en Santa Cristina, mientras que el otro está ahora mismo con un tratamiento profesional (cortaron parte de la corteza, que ahora está con un cinturón y un producto específico para evitar la subida de las orugas). El Concello tuvo que tratar también en el pino municipal de la rúa Pondal, atacado por la procesionaria.

En el limítrofe municipio de Cambre el Concello ha tomado medidas para intentar salvar a sus palmeras y evitar que haya que talarlas: una campaña informativa para ayudar a detectar precozmente la presencia del coleóptero en el árbol (que excava túneles dentro del tronco); y tratamientos como el de la endoterapia, que no tiene impacto ambiental.

En Culleredo también luchan contra este insecto y ahora mismo tratan de evitar la pérdida del ejemplar situado en Villa Lucinda también con endoterapia, inyectándole un producto en la savia que infecta y mata al insecto.

En A Coruña, en un callejón en la Marina, existió durante prácticamente un siglo una emblemática palmera que fue talada hace casi un mes tras fracasar los tratamientos aplicados contra el picudo y para evitar que se propagase a los ejemplares de los jardines Méndez Núñez, cincuenta palmeras canarias que tienen más de cien años y están catalogadas como Árboles Senlleiras.