El cáncer ha puesto en peligro de extinción al conocido como diablo o demonio de Tasmania. Las autoridades australianas han elevado el nivel de protección del que es el mayor marsupial carnívoro del mundo, situándolo como especie en peligro debido a los tumores faciales que sufren estos animales debido a un defecto genético.

La población de diablos lleva en declive desde la década de los noventa, cuando estos animales, que sólo se encuentran en la isla australiana de Tasmania (en el sur del país), empezaron a mostrar una serie de tumores faciales que acaban matándolos.

"Esta enfermedad ha llevado a una caída cercana al 70% de la población de diablos de Tasmania desde que la enfermedad fuera conocida por primera vez en 1996", explicó ayer el ministro de Medioambiente, Peter Garrett.

Tras años de estudios e investigación, el demonio fue incluido el año pasado en la lista de especies en riesgo de Naciones Unidas. Garrett anunció que el Gobierno australiano ha cambiado su situación de vulnerable a especie en riesgo, lo que conlleva protecciones extras para este animal, según informaron ayer medios de prensa locales.

Los científicos señalaron que, entre 20.000 y 75.000 diablos de Tasmania, permanecen en los bosques de la isla desde que se conoció la enfermedad, que mata lentamente a los demonios ya que los tumores faciales les llegan a impedir comer, por lo que muchos mueren de inanición, mientras que otros fallecen asfixiados.

Los expertos han advertido de que los diablos de Tasmania podrían extinguirse en unas pocas décadas a menos que la población se estabilice. "Si las cosas continúan por este camino, veremos la extinción entre los próximos 20 y 40 años", indicó Hamish McCallum, científico del Programa de Tumor Facial del Diablo.

Esta especie se extinguió de la principal isla de Australia varios cientos de años antes de los asentamientos europeos, probablemente debido a la presencia de perros salvajes. En Tasmania, los granjeros consideran a estos animales una amenaza para el ganado y hasta 1941 se permitía su caza.

Los primeros colonizadores blancos de Tasmania llamaron a este tipo de marsupial demonio por sus chillidos aterradores, mal carácter, pelo oscuro y fuerte mandíbula.

Se trata, sin duda, de otro de los animales representativos de este continente junto a los koalas y canguros.