"Lo que la patria mexicana nos ha dado no tiene límites", explicó la vicepresidenta del Ateneo Español, Amapola Andrés, en un acto con motivo de la efeméride en la víspera de la jornada en la capital mexicana.

La pequeña Amapola llegó a México cuando tenía ocho años en aquel barco procedente de Setes (Francia) y recuerda cómo se instaló "como pez en el agua" en un país que la marcaría de por vida.

Emocionada, relató en Ciudad de México cómo en varias de las escuelas donde se formó vivió momentos inolvidables al lado de compañeros y profesores que la reconocían como alguien diferente pero que la acogieron con cariño.

"Es una riqueza tener dos patrias", indicó la representante de un exilio que hoy está de fiesta por la llegada del "Sinaia" hace 70 años.

Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del entonces presidente Lázaro Cárdenas, y otras autoridades españolas y del estado de Veracruz participarán en el acto que se celebrará en Veracruz.

Otro hijo de padres exiliados, el académico mexicano Fernando Serrano Migallón, dijo a Efe que setenta años después hay una diferencia sustancial en qué consideración tiene el exilio en sus países de origen y destino.

"Mientras para España la República -y el exilio- es una historia muerta, en México sigue siendo viva, y que impactó a la sociedad mexicana", apuntó.

Serrano Migallón está convencido de que los exiliados españoles y sus descendientes están "perfectamente integrados a la sociedad mexicana" pero a la vez conservan "una moral colectiva que los identifica" con sus propios valores.

"Fue un exilio demasiado largo. No es como otros, el chileno o el argentino, que regresaron a sus países (...) y que al ser de ocho o diez años pudieron integrarse. El exilio español fue de cerca de cuarenta años. Ya nadie pudo reconstruir su vida en España", señaló.

En España, sin embargo, cada vez hay mas desapego hacia aquellos hechos, dijo el académico.

"A un joven español hablarle de la República y el exilio es igual que hablarle de la Segunda Guerra Carlista. Es algo que sabe que pasó, pero no vibra con ella", afirmó.

La joven Marcia Villanueva Losada, quien asistió el viernes a un homenaje celebrado en el ayuntamiento de Ciudad de México, recordó en aquel acto las reuniones familiares con sus abuelos maternos en Cuernavaca.

En esos encuentros "el tema bélico jamás se abordaba" por un aparente acuerdo entre los mayores para que las jóvenes generaciones no heredaran "una guerra" sino "un exilio", relató.

Su familia procedía de Cataluña, pero terminó viviendo en los estados mexicanos de Baja California y Morelos expulsados de una España y una Europa desgarradas por sus conflictos.

"Menos mal, menos mal que (mis abuelos) no me describieron las memorias reales de la guerra. Y menos mal que a mis nueve o diez años no se me ocurrió interrogárles, porque entonces, como tantos descendientes de refugiados, hubiera heredado una guerra", añadió.

Con el paso de los años se percató del alcance de lo que sucedió y se imagina aquella circunstancia que sufrieron miles de españoles como si una mano gigante tomara un tronco de un árbol, lo arrancase con todo y raíces, y lo aventara "a la suerte".

"El lugar donde cayeron los árboles de 1939 fue México. Hubo árboles que se murieron de sed y de hambre, quedaron deshidratados y desnutridos en tierra ajena. Pero también hubo otros que se plantaron en este campo foráneo e integraron a esta tierra sus raíces y echaron raíces nuevas", relató.

A diferencia de sus abuelos, la siguiente generación de Villanueva fue toda ella mexicana pese a lo cual ello no impidió que al morir Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975, en México fecha conmemorativa del Día de la Revolución, su familia brindase con cava.

Para Villanueva, "no se trata sólo de la República Española y de sus ideales, sino de la izquierda y sus ideales donde sea. Ese, precisamente ese, es el exilio que yo heredé", concluyó.