El catedrático de Matemática Aplicada en la Universidad Autónoma de Madrid Juan Luis Vázquez, Premio Nacional de Matemáticas y uno de los grandes divulgadores matemáticos del país, se ha convertido en los últimos meses en una de las voces más críticas con los planes de la ministra Garmendia para elaborar una nueva ley de la ciencia. Ha sido presidente de la comisión creada por la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce), la entidad que agrupa a la inmensa mayoría de los científicos españoles, para evaluar el proyecto del Ministerio de Ciencia e Innovación.

-Las críticas de los investigadores al anteproyecto de ley de la ciencia han sido demoledoras. ¿De verdad es tan malo el texto de la ministra Garmendia?

-Es una colección de buenas intenciones y grandes esperanzas, pero que no pone los medios para solucionar los problemas de la ciencia en España. Creímos necesario subir el tono de voz para ver si algún político escucha y todavía lo arreglamos. Pero mejor no hacerse muchas ilusiones, el PNV dará los votos necesarios, fíjese usted.

-Los científicos han puesto el grito en el cielo, pero los políticos han acogido el anteproyecto sin apenas críticas.

-La mayoría de los políticos no entiende mucho del asunto. Cuando hablo con ellos, salgo con la sospecha de que a los políticos esto de la investigación científica les queda demasiado lejos.

-Somos la novena potencia mundial en investigación científica.

-La novena potencia en cantidad y la decimonovena en calidad. Pero, en fin, hay que aceptar que es un éxito espectacular; hemos sido capaces de hacer aquí, en España, una ciencia como se hace en Europa. Sé lo que me digo. Pero este sistema está creando grasa, el cuerpo científico español está fofo. En materia de ciencia, le aseguro que éramos mejores hace ocho años.

-Exagera...

-No, no exagero. Se está viviendo de las rentas, funcionamos con problemas en el motor. Mire, éste es un sistema que no funciona, que no crea incentivos para los jóvenes y en el que hay muy poca movilidad. Ahora la ministra parece enfocar todo el problema en hacerles contratos a los chicos, pretender que todo el mundo sea fijo a las primeras de cambio. La incentivación es otra cosa.

-Garmendia dice que la ley dará más estabilidad a los investigadores.

-Estoy de acuerdo en que ser un buen investigador y llegar a los 40 años sin una plaza fija es una locura, algo completamente anómalo. Pero lo que piden los sindicatos, el contrato fijo desde el principio, no sólo es anómalo, sino absurdo. En Estados Unidos no pasa, en los países más desarrollados de Europa tampoco. Es una injusticia, pero no la única. En este sector hay en España miles de personas con plaza fija que cobran su sueldo y a las que no se les exige nada. Ésa también es una injusticia. Llevamos un año clamando en el desierto y pidiendo que de verdad se incentive la calidad investigadora, que es la única forma de que podamos jugar la Champions. No es tan complicado, hace falta mirar lo que hacen otros.

-¿Quiénes?

-Pues Estados Unidos, claro; y Francia, Alemania e Inglaterra, pero también Holanda y Suecia. Ellos tienen un sistema que aquí puede extrañar, pero que da resultado. Se crean institutos de investigación, se contrata a gente muy experta capaz de liderarlos, se selecciona muy bien a investigadores jóvenes y se pone mucho dinero y a plazo fijo. Y al final, resultados sobre la mesa.

-Pero todo eso no garantiza unos buenos resultados.

-Pues lo que hacen ellos: se cierra el centro si no se cumplen objetivos. No veo por qué hay que pagar a la gente que, con medios a su alcance, se ha dormido, aunque sea un poco.

-Esa filosofía la firmaría hoy mismo Florentino Pérez, presidente del Madrid.

-Y lo entiendo; es buscar la proporción entre derechos y servicios. Pero aquí estamos hablando de ciencia, ciencia con auténtica repercusión social, es decir, de 9 para arriba. Y eso es complicado en un país muy cómodo, muy del 'qué hay de lo mío'. No podemos mantener un sistema improductivo simplemente para que todos se sientan cómodos. Hay que espabilar un poco porque si pagas lo mismo al que hace mucho que al que hace poco, la mayoría tenderá a hacer lo mínimo. Es justamente al contrario de la carrera profesional en Estados Unidos.

-¿Cómo funciona?

-Uno termina la carrera y tiene posibilidad de realizar su tesis en una buena Universidad y con un muy buen director de tesis. Un buen posdoctorado, en dos años tiene una oferta de trabajo permanente. Es un periodo que puede alargarse hasta los tres o cuatro años, pero nunca más.

-Se quejan ustedes de la dispersión.

-Tenemos 17 comunidades autónomas con capacidad normativa y de gasto, así que cualquier decisión del Estado sobre ciencia va a tener que pasar por 17 ministros a los que habrá que poner de acuerdo en el Consejo de Política Científica. A Cristina Garmendia, a la que le tengo mucho afecto y que me parece una persona brillante, le pregunto cómo va a hacer funcionar esto.

-Pero es el sistema que tenemos. Tiene mal arreglo.

-Es lo que hay. Un Estado diseminado es absolutamente inviable, el famoso método asambleario es incompatible con la ciencia.

-¿Hasta qué punto el texto del anteproyecto de ley de la ciencia de Garmendia está condicionado por la actual situación de crisis económica?

-Llevamos dos años en los que el PIB se reduce. España es un país muy moderno, y yo me siento muy orgulloso de lo que hemos sido capaces de hacer, pero esto no se mantiene. En el sector de la ciencia, o nos ponemos a hacer bien las cosas o acabarán cerrando institutos de investigación; porque el saber o se hace muy bien o no vale.

-La ministra asegura que la nueva normativa traerá más movilidad.

-No veo en el articulado cómo se va a conseguir que la gente se mueva. En las universidades y en otros sitios decenas de miles de plazas han sido concedidas en los últimos años a gente de la casa que nunca se había movido del sitio y que encima concursaban como candidatos únicos. Es un mal endémico, ya descrito por Larra, un sistema muy funcionarial y permanente que no deja ni siquiera posibilidad para tomar riesgos.

-Para estrenar una ley así, ¿cree que sería mejor seguir con la anterior?

-La ley de ciencia de 1986 no es mala. Es sencilla, sabemos lo que dice y sabemos en qué funcionó y en qué no. Pero, desde entonces, han cambiado muchas cosas, el árbol de la ciencia ha crecido y ahora corremos el riesgo de que, por no cuidarlo, sólo dé hojas. Lo que puedo decir del anteproyecto de la nueva normativa es que aún no está maduro.