Al igual que ocurre en cualquier familia, y aunque el deán de la catedral, José María Díaz, no lleve exactamente las cuentas de la basílica, una tarea que compete más, dice, al administrador, en la basílica compostelana también se preocupan por los ingresos. Según el deán, estos provienen de tres fuentes principales: las limosnas, los lampadarios y las visitas al museo o a los tejados del templo.

"Todo hace falta y nada llega", explicó José María Díaz para reconocer, honestamente, que los lampadarios digitales pueden contribuir a mantener los ingresos de la basílica, que recibirá un tercio de los ingresos totales. Y es que este año las nuevas normas de seguridad y orden en el acceso hasta la iglesia del Apóstol Santiago han perjudicado a esas tres fuentes de ingresos, a juicio del máximo responsable del cabildo catedralicio.

Díaz explicó que los ingresos del museo y del paseo por las cubiertas han descendido porque la entrada por la plaza de Praterías congrega a menos fieles en el Obradoiro, desde donde se accede a estas atracciones que, en todo caso, "no se suman", sino que son "alternativas", sobre todo en época de crisis. Pero las dos fuentes principales de ingresos, las limosnas y los lampadarios, también se ven afectadas por las restricciones impuestas desde el 1 de abril. "Con el control de entrada a la catedral disminuyen mucho las limosnas porque la gente ya no se entretiene como antes. Además, la afluencia hace que detenerse sea dificultoso", explicó. "La orden y la seguridad son ventajas, pero con bastante quebranto económico", sintetizó, aunque no pudo traducir a cifras ese quebranto.

De ese modo, el deán da la bienvenida a la idea de la compañía Candeum. "Implican una facilidad de la devoción y los fieles aportan algo que es como una limosna voluntaria", argumenta José María Díaz. "Dimos paso a esto con un sentido de la observación, a ver si las expectativas económicas tan buenas se cumplen porque es algo necesario".