Hacer frente a la obesidad con herramientas de tipo económico. Este es el objetivo de una investigación europea en la que participa un grupo de economistas de la Universidade de Santiago (USC) desde hace un año. "Durante mucho tiempo, la obesidad se ha considerado sólo un problema médico cuando también es un problema social", destaca la profesora María Luz Loureiro, coordinadora del grupo gallego.

Su principal aportación en este estudio -en el que también participan universidades y centros de investigación de Portugal, Italia y los Países Bajos (los gallegos son los únicos representantes españoles)- es analizar políticas eficaces destinadas a la reducción del consumo de calorías y aumentar la actividad física de los individuos, tanto niños como adultos.

Uno de los principales puntos de acción se dirige a la regulación de los precios de mercado de los productos alimenticios más calóricos y las bebidas refrescantes y ver cómo esa alteración de los precios puede cambiar la demanda alimenticia. En Noruega ya existe un impuesto elevado para el chocolate y, desde hace poco, también para el azúcar. "El aumento de precios, sin embargo, no siempre es garantía de disminución de consumo; un ejemplo claro es el del tabaco", apunta Loureiro para explicar las limitaciones de las políticas de precios. "Hay que tener en consideración que algunos hábitos de consumo están muy enquistados en la sociedad", añade esta experta gallega.

Los miembros de la USC están también recopilando las iniciativas públicas y privadas que se realizan en los cuatro países del proyecto como programas de guarderías, equipos de fútbol infantil que desarrollan programas de educación nutricional, comedores infantiles o centros de mayores.

"En España se están haciendo esfuerzos considerables en este aspecto, no debemos sentirnos acomplejados respecto a otros países, y, sobre todo, se ha desarrollado una conciencia clara de que la obesidad es un problema que comienza desde la edad infantil", asegura la coordinadora.

El estudio, que en un principio se desarrollará durante los próximos tres años, se centrará posteriormente en el tema de la publicidad de alimentos altos en grasas y azúcares en las franjas horarias infantiles. "Este es un aspecto muy importante ya que los niños consumen publicidad pasiva y lo vamos a estudiar en un segundo plazo", apunta Loureiro. Estas medidas ya se aplican en algunas naciones. En los países nórdicos, estos anuncios no pueden emitirse en horario infantil.

"El objetivo último de este proyecto es hacer una propuesta conjunta de la Unión Europea para luchar contra la obesidad y tener una visión global, ya que se trata de un problema en toda Europa", concluye.