Entre 10.000 y 20.000 menores holandeses fueron víctimas desde 1945 de abusos sexuales por parte de religiosos católicos, una práctica que era conocida por una jerarquía eclesiástica cuya mayor preocupación era evitar el escándalo. Esta es la principal conclusión presentada ayer por la comisión independiente dirigida por el exministro Wim Deetman, cuyo equipo investigó desde agosto de 2010 los abusos a menores en el seno de la Iglesia católica.Tras identificar a 800 presuntos autores, 105 de los cuales siguen vivos, la comisión concluyó que los abusos iban desde el puro contacto físico hasta penetraciones.