La polución, el estrés, una dieta rica en grasas, el tabaco, la marihuana o una simple gripe son algunos de los enemigos que acechan cada día a los espermatozoides de millones de varones. La calidad del semen de los españoles actuales nada tiene que ver con la de quienes vivían a principios del siglo XX y los malos hábitos tienen mucho que ver. "Está comprobado que quienes llevan una vida sana, sin fumar y con una alimentación correcta, tienen un esperma de mayor calidad", indica el jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitario de A Coruña, Venancio Chantada, quien recuerda que hay vuelta atrás. "Entre el 80 y el 90% de los varones que cambian de hábitos, recuperan los niveles normales de espermatozoides en un año", afirma.

La calidad del semen depende de dos parámetros: el número de espermatozoides por centímetro cúbico y su movilidad. Es la Organización Mundial de la Salud la que establece cuáles son los mínimos que debe cumplir un varón para considerar que su semen es normal, de calidad o deficiente. "La cifra mínima ha bajado desde principios del siglo pasado porque hay muchas características de la sociedad actual que perjudican a la calidad del semen. Ahora lo normal es tener un mínimo de 20 millones de espermatozoides, de los que al menos la mitad sean móviles. Tener menos significa que es probable que existan problemas para fecundar", indica Chantada.

Detrás de un semen de mala calidad hay múltiples factores, algunos ajenos al paciente. "Hay cuestiones puramente ambientales como la polución de los coches, la exposición a fertilizantes o a productos químicos que están en artículos cotidianos que alteran la producción de espermatozoides o su movilidad", indica Chantada, quien pone un ejemplo: "Está comprobado que algunos gremios como los pintores, que están expuestos continuamente a disolventes, tienen mayor riesgo de tener este tipo de problemas".

Los malos hábitos de vida también aportan su granito de arena a la infertilidad masculina. Un estudio del Hospital General de Massachusetts (EEUU), presentado esta misma semana, concluye que los hombres con una dieta rica en grasas saturadas (presente en la bollería) presentan una concentración de espermatozoides un 38% inferior a los de quienes llevan una vida sana. Algo que no sorprende a los médicos gallegos. "Es obvio que una mala alimentación está relacionada con la infertilidad en varones. Lo mismo ocurre con el consumo de tabaco o marihuana, que altera la producción de espermatozoides", indica Chantada. Pero la calidad del semen también varía en función de otros parámetros. "El estrés o llevar una vida poco organizada, donde se pasa de salir mucho varios días y después madrugar el lunes, por ejemplo, también influyen en la producción", sostiene este urólogo, quien resalta que hasta una simple gripe puede alterar la calidad del esperma. "Si alguien tiene gripe con fiebre es probable que durante los tres meses posteriores, su semen sea peor. El problema es que los testículos son muy sensibles y la producción de espermatozoides se altera muy fácilmente", añade. En otros casos, sin embargo, hay un problema médico que el paciente debe tratar. "La técnica ha evolucionado mucho. Problemas de infertilidad que hace diez años no tenían solución, hoy se arreglan con un tratamiento o una sencilla operación", indica Chantada.

El Hospital de A Coruña atiende cada año a más varones con problemas de infertilidad, pero los urólogos aseguran que cuando una pareja necesita recurrir a la reproducción asistida para tener un hijo, la responsabilidad suele repartirse entre madre y padre. "En el 40% de los casos es el varón el que tiene problemas para fecundar, en otro 40%, la mujer y en el 20%, ambos", indica Venancio Chantada.

Y para comprobar la calidad del semen de cada uno, basta con someterse a un seminograma. Eso sí, para que el resultado se adecue a la realidad hay que abstenerse de actividad sexual durante los cuatro días previos a que se recoja la muestra y entregarla, como mucho, 40 minutos después de tomarla.