Visitar a los enfermos hospitalizados, acompañar a pacientes en su propio domicilio para que sus familiares puedan tener un respiro o dar apoyo a quienes reciben tratamiento en el Centro Oncológicos de Galicia son solo algunas de las labores que realizan los más de 1.200 coruñeses que colaboran como voluntarios con la Junta Provincial de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). "Nuestros voluntarios realizan una labor callada, anónima y altruista, cuyo único fin es ofrecer apoyo y consuelo a pacientes oncológicos y a su entorno más cercano", subraya la coordinadora de voluntariado de la asociación en A Coruña, Belén Lerma, quien asegura que los únicos requisitos para ser voluntario de la AECC son "ser mayor de edad y tener ganas de ayudar". "Para colaborar en los programas que se desarrollan en el hospital, o en el voluntariado a domicilio, hay que pasar una entrevista con la psicóloga de la asociación, para evaluar si esa persona está preparada para afrontar la situación y ver dónde puede encajar mejor. Además, nuestros voluntarios reciben todos los años cursos de formación", señala Lerma.

La coordinadora de la AECC en A Coruña reconoce que el perfil del voluntario ha cambiado mucho en los últimos años. "Antes, la mayoría de los voluntarios eran mujeres de cierta edad, casi siempre amas de casa, pero ahora también hay bastantes jóvenes que colaboran con nosotros", explica Belén Lerma, quien admite, no obstante, que un porcentaje significativo de voluntarios son personas que, en su momento, también tuvieron que hacer frente a la enfermedad. "Son muchas las personas que, una vez superado el cáncer, deciden ayudar a otros que se encuentran en esa situación", indica, y añade: "En mayor o menor medida, casi todos los voluntarios de la asociación han tenido cierta relación con esa dolencia, en su familia o porque alguna amistad cercana la ha padecido", destaca.

María Teresa esa una de esas voluntarias de la AECC que antes fueron pacientes. Luchó con todas sus fuerzas, venció a la enfermedad y hoy colabora en el carrito Don Amable, un servicio que la asociación presta a los pacientes que reciben tratamiento en el Centro Oncológico de Galicia, todas las mañanas, de lunes a jueves. "Cuando estás enfermo te das cuenta de lo importante que es sentirte respaldado", explica.

Coincide totalmente con ella Charo, voluntaria del programa de acompañamiento a domicilio de la AECC en A Coruña, quien también superó un cáncer. "A raíz de la enfermedad, tuve que dejar de trabajar y, como me quedaba mucho tiempo libre, decidí apuntarme al programa de voluntariado a domicilio de la AECC", indica esta coruñesa, y añade: "Estoy encantada con la experiencia. El voluntariado a domicilio es una labor muy gratificante, ya que no se trata solo de acompañar a los enfermos, sino que también permite dar un respiro a las familias, que pueden aprovechar ese tiempo para salir a tomar un café o a despejarse un rato", señala.

En la misma línea se expresa Marieta, una de las voluntarias más veteranas de la AECC coruñesa, pues colabora desde hace más de 20 años con la asociación visitando a pacientes hospitalizados en el Centro Oncológico de Galicia. "Conocía a una chica que trabajaba como voluntaria en el Oncológico, me animé a seguir sus pasos y, desde entonces, aquí estoy", recuerda Marieta, quien invita a otras personas mayores, pero también a los más jóvenes, a hacerse voluntarios porque, asegura, "si uno se lo propone de verdad, siempre hay tiempo para ayudar a los demás".